Conferencias Mujeres Célebres: Sor Juana Inés de la Cruz. Antonia Pascual

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ o LA PASIÓN POR EL CONOCIMIENTO

Antonia PASCUAL CARNICERO. Licenciada en Filología y profesora

Conocida como la décima musa o la Fénix de México, Juana Inés de Asbaje, es una de las figuras más asombrosas y más complejas del siglo 17, así como la única mujer polímata en la lengua española. Un polímata no es otra cosa que un erudito, una persona culta que se caracteriza también por un afán irreductible de saber, por una curiosidad inconmensurable. Juana es la polímata del barroco hispano, sobre todo si tenemos en cuenta las múltiples actividades a las que se entregará.

Es sin lugar a dudas es el escritor más importante de toda la literatura colonial hispanoamericana.

La obra de Sor Juana, que fue muy extensa, circuló inicialmente de forma manuscrita. Pero pronto se publicaron en España los tres tomos de sus obras completas, el primero con la ayuda de la marquesa de La Laguna y éste y el siguiente en vida de la autora, cosa que no era común en la época. Eso hizo que su obra fuese conocida rápidamente en la península y que fueran representadas sus obras teatrales.

Su obra literaria abarca los géneros de Poesía, Prosa y Dramaturgia. La poesía es lo que la hace ser más conocida y reconocida, aparte de las polémicas suscitadas por su “Carta Atenagórica” y “La Respuesta” como veremos. Pero es interesante efectuar un repaso general de su obra en prosa y para teatro, antes de profundizar en su poesía.

Y esta dedicación al conocimiento en general y a la literatura en particular lo hará con una pasión y una competencia realmente asombrosas, así, por ejemplo, Sor Juana escribirá poesía en todos los principales metros de la época, una poesía unas veces personal, de carácter amatorio, pero otras muy filosófica, satírica; a la vez escribirá teatro. La crítica divide sus obras teatrales en cuatro géneros: Festejos a lo humano, Festejos a lo sacro, Loas y Villancicos. En el primer grupo tres comedias: “La segunda Celestina”, en colaboración con Agustín de Salazar y Torres.  Los empeños de una casa” (inspirada en “Los empeños de un acaso” de Calderón) en la que se invierten los modelos habituales de la época; ya que la protagonista escoge a su marido, lo describe tal como lo haría un hombre de una mujer, y un criado se disfraza de mujer (no la inversa como era habitual). Por último, ”Amor es más laberinto”, en colaboración con Juan de Guevara, que es una refundición de “El laberinto de Creta” de Lope y se trata de una comedia galante, ingeniosa y chispeante que se estrenó para festejar el cumpleaños del virrey Conde de Galve.

Respecto a los “Festejos sacros”, escribió tres autos: El divino Narciso”;  “El mártir del sacramento, san Hermenegildo”y “El cetro de José. Según Villarrutia, aunque no se traten de obras de primer orden son interesantes para la época y muestran influencias calderonianas. El más conocido es el primero de ellos, en el que presenta la caída y la redención del género humano por medio del sacrificio de Jesucristo descrito como una alegoría mítica. Dice de esta obra Octavio Paz, que no es indigna de los autos de Calderón. 

En cuanto a los “Villancicos”, se mencionan 12 originales y 10 atribuibles, escritos entre 1676 y 1692. Estas obras gozaron de un general aplauso de la crítica y en ellas domina la sencillez y el tono popular, pero sin hacer concesiones a la vulgaridad. Estas composiciones tuvieron un gran éxito por lo que recibió numerosos encargos.

Y por último, en cuanto a “Loas” recoge 18: Éstas tenían entidad propia (aunque formasen parte de Comedias o Autos sacramentales) y eran obras de tono culto que incluían alabanzas a los personajes homenajeados y solían ser representadas en palacio. Según indica González Boixo son excesivamente aduladoras y artificiosas, como lo eran todas esas composiciones en el siglo XVII, lo que las hace desfasadas del gusto literario actual.

Hemos visto cómo dedicó su vida al estudio, derecho que reivindicó como mujer frente a las persecuciones en las que, por este motivo, se vio envuelta: su verdadera vocación no fue religiosa, sino intelectual.

Sin embargo, Sor Juana estará muy pronto en el ojo del huracán de la vigilancia religiosa y como consecuencia también se va a producir el episodio más desagradable de su vida, escrito en prosa y de forma autobiográfica: es la carta Atenagórica. Fue un escrito muy arriesgado que ella pretendía que circulara solo entre los más íntimos, entre sus hermanas en el convento y entre sus amigos intelectuales, porque era un texto problemático en él que Sor Juana se permitía establecer una acción clara de hybris, es decir, un acto de arrogancia rebatiendo las ideas del predicador más importante del momento, el padre portugués Antonio Vieira, con quien discrepa abiertamente, pues la carta Atenagórica -que, como (decimos), pretendía Sor Juana  permaneciese  en el ámbito de lo privado, de lo íntimo exclusivamente- es publicada contra su voluntad por el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, bajo el seudónimo de ‘Sor Filotea’, quien le escribió una carta recriminándole un pretendido abandono de la literatura religiosa y por su afecto a las letras profanas. ‘Mucho tiempo ha gastado V. md. en el estudio de filósofos y poetas; ya será razón que se perfeccionen los empleos y que se mejoren los libros’. Claramente, esto fue una reprobación de un superior.

En 1691 Juana responde al obispo (Sor Filotea de la Cruz) en ese documento autobiográfico, un texto que se puede considerar como una declaración de su vocación, y, a su vez, es una confesión espiritual; pero también es una biografía intelectual de mucho calado. Se trata de una argumentación que combina humildad y audacia, “con la verdad y claridad que en mí siempre es natural y costumbre”.

Veamos la imagen de su quehacer mental, por medio de sus propias palabras, a través de esta autobiográfica de inestimable valor, la carta Atenagórica y la respuesta de sor Filotea de la Cruz:

Yo no estudio para escribir, ni menos para enseñar (que fuera en mí desmedida soberbia), sino sólo por ver si con estudiar ignoro menos. Así lo respondo y así lo siento”.

Desde niña, “podía conmigo más el deseo de saber que el de comer”.

De joven, “…el pelo crecía aprisa y yo aprendía despacio y con efecto le cortaba […] que no me parecía razón que estuviese vestida de cabellos cabeza que estaba tan desnuda de noticias, que era más apetecible adorno”.

“Entréme religiosa, porque […] para la total negación que tenía al matrimonio, era lo menos desproporcionado y lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad que deseaba de mi salvación […] querer vivir sola […] no querer tener ocupación obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros”.

“Pensé que huía de mí misma, pero ¡miserable de mí!, trájeme [al convento] a mí conmigo y traje mi mayor enemigo [el deseo de estudiar] en esta inclinación, que no sé determinar si por prenda o castigo me dio el Cielo, pues de apagarse o embarazarse con tanto ejercicio que la religión tiene, reventaba como pólvora, y se verificaba en mí el privatio est causa appetitus [la privación es causa de apetito]”.

Dice Octavio Paz acerca de la pasión de Sor Juana por el conocimiento: “por saber designa no sólo a las ciencias y a la filosofía sino a lo que en aquella época se llamaba letras humanas y que abarca en primer término a las literaturas clásicas.”

Este era el contexto adverso en que vivió Sor Juana, a pesar de que en 1600 había comenzado una revolución en las mentes occidentales con el inicio de ‘la Era de la Ciencia’, la Nueva España se negaba a cambiar. El velo medieval, desgarrado por Kepler y Galileo, era zurcido sin descanso por el clero novohispano.

Por otro lado, hay que subrayar que Sor Juana ocupa en el campo de la lírica el lugar más destacado del periodo final del Barroco hispano. Heredera de una cultura que había llegado a su apogeo, supo transmitir lo mejor de las corrientes poéticas de su época: la brillantez culterana de sus versos gongorinos junto al ingenio conceptista de Quevedo y Calderón. En la poesía de la Décima Musa se muestra el contenido del barroco como movimiento cultural y movimiento artístico de la época tanto de España como de la Nueva España. Su obra poética catalogada por Octavio Paz como un producto artístico que nació inspirado en la belleza misma del objeto poético que en este caso es la mujer. Sin embargo hay críticos que van más allá y aseguran que a través de sus versos Sor Juana tenía la intención transgresora de afirmar su identidad femenina frente a un mundo de hombres.

La poesía de Sor Juana se puede clasificar en amatoria, religiosa, laudatoria y también científica. En Primero sueño, ejemplo de la lírica de amor y desamor, tenemos el soneto “al que ingrato me deja busco amante”. Se trata de una antítesis dónde se van a oponer los verbos dejar, seguir, adorar, maltratar y también los sustantivos como ingratos frente amante, vamos a notar también que el ritmo que tiene este soneto, sobre todo por la palabra amante que se va a repetir en diamante y triunfante, esto que parecería cacofonía no lo es, es simplemente la forma y el contenido que Sor Juana nos da para que encontremos ese trato de amor como un diamante, como una piedra muy fuerte que mata pero qué es lo más importante del soneto, puesto que hay una especie de yo adoro pero no me quieren y aquel que me adora yo no lo quiero. Este triángulo proviene de la comedia de enredo que también podemos ver en Los empeños de una casa y, finalmente, en los epigramas latinos que también trataban la cuestión del amor.

En relación con la poesía filosófica hemos escogido el soneto “En perseguirme, mundo, qué interesas”. La estrofa cumple con el canon del barroco pues recoge temas típicos como el amor, el tiempo, la apariencia, el uso del hipérbaton, de los contrastes y antítesis. Y, sobre todo, su afán y pasión por el conocimiento:

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas,

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi entendimiento

que no mi entendimiento en las riquezas.

Yo no estimo hermosura que vencida

es despojo civil de las edades

ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor en mis verdades

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades.

El soneto comienza con una personificación o prosopopeya del Mundo, poniéndolo con mayúsculas para representar el agobio social que la persigue, que le repite a cada paso qué se espera de ella. Pero, el retruécano del final del primer cuarteto señala precisamente cuales son los intereses de Sor Juana: cultivar y enriquecer el intelecto y no su belleza física. Destaca también su rechazo por aquellas cosas superficiales tan valoradas en su época y aún en la actualidad, además reafirma su inteligencia pues el juego de palabras demuestra su capacidad mental y la riqueza que habita en su pensamiento, así, no sólo lo dice, además lo demuestra y lo señala.

El terceto primero apunta que, para ella, la belleza es efímera y esporádica y que más tarde será “despojo civil de las edades''. Despojo, pues, es un residuo que se puede perder o que no pertenece a nadie. En lo que respecta a civil, se refiere concretamente a una norma social que no es natural sino impuesta. Civil entonces es sinónimo de artificial; de las edades porque con el tiempo todo se acaba. Otra vez vuelve la idea de que la riqueza es falsa, superficial y lo enfatiza con el “fementida”. El calambur de fementida puede leerse “fe mentida”, y reitera la idea de que la riqueza puede causar fe, pero esa fe miente.

Es un hecho que Sor Juana reflexiona acerca de los temas propios del barroco, y muestra un especial interés hacia el paso del tiempo. Este es uno de los grandes tópicos del barroco, todo lo material es aparente, es pasajero, es caduco. como la fama, la gloria o la belleza que destruye el tiempo.

Por último, comentaremos uno de los poemas más famosos, aunque no por ello menos importante. Se trata de “Hombres necios que acusáis:


Hombres necios que acusáis

a la mujer sin razón

sin ver que sois la ocasión

de lo mismo que culpáis:

sí con ansia sin igual

solicitáis su desdén

¿por qué queréis que obren bien

si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia

y luego, con gravedad,

decís que fue liviandad

lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo

de vuestro parecer loco

al niño que pone el coco

y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,

hallar a la que buscáis,

para pretendida, Thais,

y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro

que el que, falto de consejo,

él mismo empaña el espejo

y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén

tenéis condición igual,

quejándoos, si os tratan mal,

burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana;

pues la que más se recata,

si no os admite, es ingrata,

y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis

que, con desigual nivel,

a una culpáis por crüel

y otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada

la que vuestro amor pretende

si la que es ingrata, ofende,

y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena

que vuestro gusto refiere,

bien haya la que no os quiere

y quejáos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas

a sus libertades alas,

y después de hacerlas malas

las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido

en una pasión errada:

la que cae de rogada,

o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,

aunque cualquiera mal haga:

la que peca por la paga,

o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis

de la culpa que tenéis?

Queredlas cual las hacéis

o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,

y después, con más razón,

acusaréis la afición

de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo

que lidia vuestra arrogancia,

pues en promesa e instancia

juntáis diablo, carne y mundo.

 

Se trata de un poema satírico. La sátira es un subgénero que viene desde la antigüedad clásica y que tiene por finalidad la crítica, o la censura mediante diversos argumentos.

El poema aborda el tema del trato desigual de la mujer por parte de los hombres y de la sociedad. Está compuesto por 16 estrofas de tipo redondilla. En él se anuncian cuestiones relacionadas con la actitud injuriosa y contradictoria de los hombres hacia las mujeres, también a la doble moral de los mismos y de la sociedad de la época.

El poema comienza sentenciando al hombre, al cual se dirige. La voz poética, en este caso sería una mujer, toma una postura crítica hacia la forma en que el hombre actúa de manera hipócrita, egoísta e impulsiva hacia la mujer. Pero, ¿cuál es la razón?

 Veamos, esta postura crítica de Sor Juana Inés de la Cruz emerge en un mundo desigual y patriarcal. En el siglo XVII, esta religiosa defiende la figura femenina y su valor. Este poema parece ser una llamada de atención al trato y lugar que los hombres daban a las mujeres de su época.

En cada uno de los versos se pone en evidencia la actitud injuriosa y difamatoria del género masculino hacia el femenino, así como todos los defectos que los hombres poseen, los cuales utilizan para calumniar a las mujeres.

Resulta muy curioso que sea una monja quien habla de estos temas profanos, aunque esté enclaustrada tiene conciencia de estas relaciones que se establecen entre los hombres y las mujeres en una sociedad tan desigual para ellas.

Los califica de hombres necios, es decir faltos de sentido porque desean una mujer ideal, pero la quieren conquistar, aunque más que de conquista deberíamos hablar de seducción para lograr poseerlas.

Y a modo de conclusión señalar lo que supuso la pasión por el conocimiento para sor Juana, esa curiosidad intelectual condenada por los Padres de la Iglesia y por los teólogos desde San Agustín a Calvino y, que sin embargo, fue rehabilitada gracias al trabajo del pensador inglés Francis Bacon, el padre del experimentalismo inglés para quién en algún momento la totalidad del conocimiento puede hacer las funciones como una forma mental de patria, como el territorio nutricio.  De este modo, el lema que Francis Bacon adoptaría, Plus Ultra, podría ser perfectamente suscrito por la propia Sor Juana Inés de la Cruz para cuyo afán de saber no había fronteras impuestas en ningún caso ni siquiera a veces por la propia naturaleza.

Club de Lectura Fundación Anna O. 28 de junio 2023. Resumen

El 28 de junio se celebró la última edición antes de vacaciones del Club de Lectura de Fundación Anna O.  con las intervenciones de algunas de nuestras socias leyendo sus propios textos

Abrió la lectura de poemas la escritora Lola Valle, intercalándose las lecturas con Marisi Morales y Mª Jesús Gómez

“El tirabuzón Rizado”, Lola Valle se inspiró para la creación de su texto en una foto que recuerda además, comenta que se plantea recuperar y reescribir otro libro, también nos lee mensajes que le han llegado muy hermosos y literarios. Lee un texto de Senegal ( a raíz de  su viaje a ese país). El libro como ser viviente.

En su intervención Mª Jesús Gómez hizo lectur de su textto  “Serena y su flor” y posteriormente Rosalía con  un escrito homenajeando  a la mujer lectora.

Para concluir Marisi Morales leyó un relato de terror titulado “El Trasvase de la Bestia”.

Por otra pare, ya tenemos fecha de vuelta tras las vacaciones. Será el 6 de septiembre a las 19:15hrs, en nuestra sede y el autor elegido es Ferit Orham Pamuk, escritor turco y Premio Nobel de literatura en 2006, su obra: "La mujer_del pelo rojo " Una historia de amor y parricidio en el Estambul de 1980. Nos vemos a la vuelta

Agitar antes de usar

Hace unos días en un pueblo donde pasaba las vacaciones, una mujer me contaba cosas de cuando era niña. Me contó una historia que bien podía haber pasado por un chiste de esos, que se cuentan en las reuniones sociales, para que el ánimo, no decaiga.

El caso que voy a contar, tal y como me lo contaron, sucedió en el medio rural hace ya muchos años.

Se trataba de un matrimonio mayor, la mujer se llamaba Dolores mientras el marido respondía al nombre de Frasco. Este hombre se enfermó, y como en este pueblo, al igual que en tantos otros, no había médico, la mujer se desplazó al pueblo vecino, que poseía un pequeño dispensario, al que acudía un médico tres veces por semana.

Cuando le tocó el tumo a Dolores, ésta sentándose frente al médico le explicó los síntomas de la enfermedad del marido sin omitir detalle.
El médico, que era un hombre muy amable, la escuchó atentamente, y tomando su bloc de recetas le dijo:

-"¡Bueno Dolores, no te preocupes!". Por lo que dices la cosa no tiene importancia, así que te voy a recetar un jarabe para que se lo des a tu marido.
Dicho ésto, pasó a explicarle cómo tenía que darle la medicina al.enfermo y le aseguró que el mal pasaría si seguía las instrucciones al pie de la letra.
Dolores dijo, que así lo haría, y despidiéndose del doctor, después de darle las gracias, hizo el camino de vuelta hasta llegar a su casa.

Pasaban los días y el marido no mejoraba. Este encontrándose cada vez peor le decía a su mujer:

- "Dolores, esta medicina me está matando, temo la hora en que tengo que tomarla. ¿ Te enterastes bien de cómo me la tenías que dar?"
· A lo que exclamaba su mujer:

-"¡Pues claro que sí!, lo hago igual que me dijo el médico"
Pero seguían pasando los días y Frasco emperoraba. Así que la mujer decidió por segunda vez ponerse en camino e ir a contárselo al médico.
-"¡Mire Doctor! mi marido está mucho peor. Cuando le doy el jarabe vomita, tirita, se marea, es que se descompone "tó", yo hago "toito" lo que usted me dijo. Después de cada comida, le doy un meneo a mi frasco antes de darle el jarabe, y el pobrecito le da la muerte. ¡Como usted me dijo que lo agitara muy bien!"
El médico, sin poder contenerse, le responde:
-" Dolores, te dije que agitara el frasco, no a tu Frasco".

Aportada por Paqui Vallejo Román Voluntaria de Anna O

Conferencias Mujeres Célebres: Marie Bonaparte. Ana Cristina Carlós

Texto íntegro de la conferencia sobre Marie Bonaparte elaborado por Ana Cristina Carlos en el ciclo Mujeres Célebres de la Cultura 2023 

Málaga 28 de abril de 2023

Un encuentro decisivo : Freud y el psicoanálisis, un alivio para el alma

Marie princesa
En esta ocasión y desde este texto fascinante que constituye la biografía que nos ha ofrecido Célia Bertin, además de otros textos consultados , me ocupare fundamentalmente de la etapa correspondiente al tiempo de ese encuentro decisivo con Freud y el psicoanálisis, que marca para Marie, un antes y un después en su vida. Dando lugar a una hallazgo fundamental que le ha permitido establecer una causa para su vida , una pasión que pulsiona su deseo y se constituye en un alivio para su alma.
Marie Bonaparte Princesa de Grecia y Dinamarca, nacida bajo el esplendor de la corte, estaba persuadida por una firme convicción que debía cumplir estrictamente con sus deberes monárquicos.
Enaltecida por una gran fortuna y poder , fue Evidente que todo este brillo y esplendor, no colmaba sus expectativas , habitada por una insatisfacción en el campo del amor y el goce.
A pesar de su matrimonio, hijos fortuna , de su tenacidad infatigable y su lucha comandada por un espíritu libre y , se encontraba poseída por una estela oscura, un malestar que ensombrecía su vida. Vestigios de una tristeza que formaba parte de su ser.
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, ha representado una novedosa luz que marcara un verdadero encuentro, un lazo afectivo e intelectual, vinculo especial donde alojara su pregunta insistente sobre los misterios del cuerpo femenino, pregunta de larga data .


Es bajo este marco que podrá desplegar en un análisis con Freud, su enigma de la femineidad. Desde su elocuente frigidez desgarrante.
Los accidentes en su historia , y en el despertar a la vida han dejado huellas duraderas que afectaron el propio sentido de la vida, donde vida y muerte avanzan disociados en un padecer, y en una lucha buscando apaciguar sufrimiento.
El temor a morir, a padecer, poblaban los fantasmas que acechaban convertidas en enfermedades corporales .Amor y muerte . amor y traición siempre confrontadas. Extraña a sí misma, vive en el lamento frente al exilio de su propio cuerpo al que no controla.

Su imagen distorsionada se refleja en el espejo, buscando la completad de una imagen acabada, soñada, con la esperanza de lograr una nueva imagen esculpida bajo el bisturí del acto quirúrgico. Una anatomía modelada desde la ciencia. Podemos inferir que es por la de una mirada amorosa que cristalice en un cuerpo sensual y erógeno.
Es en su relación con el psicoanálisis donde alojara su pregunta esencial por el amor, el cuerpo, la obsesión por la frigidez, la ausencia de orgasmo y el goce sexual.
Antes de su entrada al psicoanálisis Marie había encontrado respuestas desde la medicina ,esta era su asignatura pendiente, inspirada en la cientificidad de su tiempo, atribuyendo la cuestión decisiva del placer del goce femenino a la biología y a un cuerpo anatómico.

Este posición cientificista, previo al conocimiento del psicoanálisis y nunca abandonado, abrió las puertas a una dimensión ausente en su vida, que cristalizo en una nueva perspectiva y que se convirtió en a búsqueda de una espiritualidad.
Fue conducida a ese hallazgo de la mano de su maestro, su analista y amigo S. Freud que le ofreció el psicoanálisis como una herramienta para restañar sus heridas e iluminar los agujeros oscuros que anulaban su goce y su placer.
El descubrimiento freudiano y su futuro análisis, le permitirá acercarse a una nueva dimensión del goce desde la determinación inconsciente y el nacimiento de un nuevo pensamiento donde descubrirá que es en el terreno de la sexualidad infantil como la libido hace su aparición y es donde se jugara para cada sujeto las diferentes formas , de amar y de desear , en un espacio fértil y muchas veces accidentado. Siendo la fuente primitiva del surgimiento de que un amor sea vivible. Es un manantial que rige la dimensión libidinal, asociado a las primeras pasiones e identificaciones infantiles, dimensión luego olvidada que permitirá ese tránsito de lo anatómico a la sexualización.

Debemos decir que el contexto del psicoanálisis en Viena en 1925 , y su extensión en el mundo en el tiempo de la incorporación de Marie , fue un tiempo de una riqueza especial , pues las mujeres lograron dentro del psicoanálisis un lugar como analistas franqueando la misoginia reinante y discutiendo, desafiando al maestro, y reclamando el derecho en igualdad para la mujer en el al acceso al placer .

Muchas fueron las mujeres que acompañaron a Freud y se implicaron y comprometieron en su descubrimiento y colaboraron con sus investigaciones al avance y progreso sobre la sexualidad.
Estaban interesadas por la satisfacción sexual para no quedar como objeto de goce del Otro, pues en ese momento, en ese momento el placer orgásmico era un placer absolutamente masculino.
Estas voces encarnadas y embanderadas por estas mujeres, se hicieron escuchar en esta primera etapa del psicoanálisis. Eran mujeres audaces y valientes que no retrocedieron, a pesar de un entorno temerario y avasallante, de la destrucción que asomaba entre guerras, y el terror que se aproximaba sobre la humanidad en el avance de la ferocidad y crueldad del nazismo. Este fue el escenario donde Marie coloco sus desafíos su pasión y su solidaridad brindando todos los medios que se encontraban en su manos, pues era una mujer muy poderosa, y de una inmensa generosidad alcanzo a judíos y a todos aquellos que podía ayudar ofreció a Freud el salvoconducto necesario para él su familia.

Algunas de estas mujeres fueron esenciales en la historia del del movimiento psicoanalítico, entre otras, Eugene Sokolnika, Sofie Morgenstern, Ruth Mack Brunswick , que en una conversación intima con Marie, planteaba abiertamente ; que en las relaciones sexuales había dejado de lado la penetración, y que había elegido la masturbación como medio de placer , y que por lo tanto , estaba orgullosa de sus talentos onanistas , inestimablemente más placenteros que sus títulos de Harvard.
Helene Deutsch , con sus tesis sobre el masoquismo, Karent Horney, culturalista y en niños Anna Freud en Viena en M. Klein en la escuela inglesa, desde Rusia Lou Andreas Salome y Sabina Spielrein
Es bajo este marco que Marie Bonaparte forma parte de este grupo de mujeres de avanzada siendo protagonista esencial , se convirtió en una de sus discípulas más fieles. Se destaca, siendo la primera mujer que introducirá el psicoanálisis en Francia . junto a Sokolnika que estuvo un breve tiempo. Fundadora de la sociedad psicoanalítica de Paris, donde se encontraba, Lowestein, Jones, Laforgue, etc, entre otros y las mujers Sokolnik, Ruth Mack.

¿Porque encuentra Marie un lugar, y como el maestro la acompaña y se lo otorga?
Freud en su recorrido sobre la sexualidad femenina, planteó una pregunta esencial, ¿Que quiere una mujer? Interrogación que quedo abierta para él , pero hizo eco en Marie, para intentar una respuesta a través de sus investigaciones antropológicas , clínicas, sus escritos, sus criticas literarias, y ofreciendo su testimonio de su propia subjetividad.
Su pregunta esencial podríamos plantearla como universal para toda mujer ¿Por qué no puedo sentir? ¿Cómo responder a la demanda de amor?¿ amar y ser amada ¿ se trata de la torpeza del partanaire?. ¿Cuándo se goza no se ama? ¿y cuando se ama no se goza?
Estos enigmas se presentaban para Marie dando respuestas bajo los diferentes fantasmas que la habitaban. Destacamos entre ellos el fantasma del secreto, y el fantasma de la libertad que la acompañaron en una larga serie de amantes y experiencias sexuales de todo tipo, que no agotaron la pregunta, pero signaron su búsqueda incansable alrededor de toda su vida hasta encontrar un resignación
En cuanto a su producción escrita fue su espacio íntimo de libertad. Había ofrecido desde su más tierna infancia bajo una imaginación creativa, sus dibujos y sus poesías y cuentos , expresando sus miedos sus y sus angustias, sus temores. Vida y muerte quedaron comprometidas, y presentes en los actos fundamentales de su vida.

Su pertenencia a la Corona, brillos, cortes, una vida de princesa, pero algo del amor se constituyó en su principal desgarro, y su búsqueda ha signado su existencia, pero con la confrontación permanente desde una atracción por la enfermedad y la muerte, y también por el asesinato y los delincuentes, además bregando por la supresión de la pena de muerte a los asesinos, investigando la ferocidad del asesinato .un tema de identificación que la lleva a expresar muy precozmente en un texto y sus comentarios, •” 5 cahiers écrite par une fille de 7 ans et demi a dix “ escritos a los 7 años de edad en los 5 cuadernos donde aparece dentro de los habrá que tener cuidado porque ronda Jack el destripador como amenaza por salir al exterior..
Celia Bertin nos conduce en su texto a este encuentro con Freud, Una contingencia en su vida, siempre acompañada, por ese afán de conocimiento. Coincide con la muerte del padre acaecida el 8 de abril de 1924, a partir de un texto facilitado por su amigo Gustave Lebon que es “la introducción al psicoanálisis•” texto revelador y deslumbrante para Marie. Esta lectura suscita en ella el deseo de analizarse por Freud, y por medio del psicoanalista Laforgue promueve la demanda, de una análisis, a Freud, y es allí donde se produce un encuentro único. Ella viaja a Viena se queda allí dos semanas y atiendo todos los días, hasta dos veces en el día.

Freud, se constituye en su analista, su amigo, su confidente y como afirma en el acontecimiento más importante de su vida. El análisis oscilara desde el amor al rechazo como todo análisis con las vueltas pasionales de la transferencia, Marie portaba sus excesos, sus desmedidas, pero en suma, esta intimidad se basada en la confianza y en la lealtad se le ofrece como verdadero alivio para su alma en sufrimiento.
Como ella lo plantea. Sigmund Freud, aporto a la cultura una dimensión inédita sobre la mente humana, Marie solía decirle al maestro que el psicoanálisis , le salvo la vida, pero a su vez ella le salvo la vida a Freud.
Texto cartas de Fliess a Freud, y la tapa del libro de las cartas en francés de Marie Bonaparte.

La quema de sus libros y la amenaza de muerte que caía sobre Freud, alerto a su hija Anna de peligro que acechaba la supervivencia, y Marie fue la salvadora y heroína que le ofreció el salvoconducto, pagando a los nazis, para emigrar a Londres con su familia. En esa mima época, compra las cartas De Freud a Fliess, y preserva un verdadero documento que nos muestran el nacimiento de los pasos preliminares del psicoanálisis y su intimidad que función como un autoanálisis con su amigo Fliess. Un documento esencial e ineludible para captar el sentido de la obra Freudiana. Es de considerar la correspondencia de Marie a Freud, es de un estilo sumamente cariñoso y afectivo. Que recientemente ha sido editada por la editorial Flammarion correspondencia integral desde 1925 a 1939

Como hemos remarcado, El encuentro con Sigmund Freud el padre del psicoanálisis, fue un momento prodigioso que ilumino su búsqueda tan anhelada en los diferentes del campo del saber , encontrándose con la ternura paternal en su acercamiento a Freud, y sus expectativas se vieron colmadas al encontrar un espacio inédito para profundizar en su subjetividad, y reconstruir su historia para elaborar sus situaciones crueles y traumáticas,
Fotos de ella trabajando con Freud, y otros.

Fue pionera en la trasmisión y extensión del psicoanálisis en Francia. Por haber sido la cofundadora de Sociedad psicoanalítica de Paris, activa en la traducción de la obra, y activa en la formación de analistas. Se destacaba por un gran humanismo, y una fuerza interior incesante sensible, incansable y con una gran sed de conocimiento, y de profundizar las fragilidades de la alma humana al que todo sujeto está sometido. Freud ya avanzada su obra en la construcción del inconsciente y sus enigmas de esa zona oscura desconocida que habita el alma humana, tejiendo sus redes iluminando con la brillantez del genio aquello desconocido que existía más allá del principio del placer , de los engaños del ego, del narcisismo, un cuestionamiento sobre las condiciones del amor y del deseo, y una profundización del alma femenina y la sexualidad humana, que cautivo a Marie Bonaparte

En sus investigaciones, la pregunta el orgasmo y la búsqueda de placer, fue la brújula que pulso toda su vida se identificaba con una posición viril, y defendió esta posición frente a Freud, Sin importarle los riesgos que esta interrogación traía aparejado Fue absolutamente moderna para su tiempo pues desafió los cánones de la sociedad.


Se sometió a operaciones, desaconsejadas por Freud, pero ella ha seguido adelante muy clara en sus convicciones, ha sido fiel partidaria de la corrección quirúrgica del cuerpo como posibilidad de construir una imagen deseable del cuerpo , pero a pesar del sometimiento al bisturí en varias oportunidades no llego a descubrir donde se alojaba la cima del placer , errando de cirugía en cirugía.
Publico bajo el seudónimo de A.E,Narjani un articulo que se refería, a lo que estaba en boga , corregir la frigidez por la intervención quirúrgica , avanzado su análisis, pudo vislumbrar la implicación mental de la sexualidad.
Debemos decir, que cuando no se encuentra la imagen en el espejo, se recurre a la ciencia para compensar, pero el pesar de las intervenciones, seguía sin reflejar lo que se esperaba
Su elección insatisfecha de ser médico, la lleva a esta determinación que poseía tanta fuerza. Pero a su vez, no se privo de la experimentación y del encuentro con sus amantes, pero algo se interpuso, donde el amor y el deseo no llegaban a conjugar. Fracaso del amor por un marido que deseaba los cuerpos masculinos, exclusión de su propio cuerpo, no suscitaba el erotismo, y la búsqueda del amor en sus amantes, ye el temor al deseo, no llegaba a lograr la entrega, en un cuerpo que no lograba encenderlo. Rechazo del matrimonio, y el secreto de sus amantes, una coartada, para el enigma de lo femenino

Esperaba un amor eterno, hasta que la muerte los separe
Decía sobre Jorge
”mi marido me aburre, me encadena, pero es el único que me amara hasta la muerte, ..seremos uno para el otro, todo lo que nos quedara. •, 177
Hablando de la esposas decía ;
“la opresión del matrimonio es una enfermedad universal , tan necesaria , y me Atreo a creer que existen mas viudas , liberadas que viudas desconsoladas. Comentarios dice bertin, “…”insolitos para la época,en 1913, la mayoría de las mujeres aceptaban su suerte sin planearse cuestiones sobre la injusticia de su condición…”
agrega “, “Sufrió la indiferencia de un hombre…Marie necesitaba a la par el amor y la igualdad con su un hombre, `pero sus conflictos neuróticos no le permitían amar y dejarse amar o ser amada.”
En un texto escrito Marie plantea: En tristesse femenine, nos llega a decir,
“•la auténtica nobleza no se encuentra ni en los pergaminos, ni en los tronos. La nobleza reside en el corazón y en el pensamiento, y en la fuerza que poseen estos para vivir en las cimas”…dice Bertin, la espiritualidad y la poesía”.
´Marie era extraña a si misma. La demora y la postergación en la entrega hasta la imposibilidad de entrega. El cuestionamiento por el amor, La pregunta siempre presente, si amaba o no amaba, si la amaban o no.
Amor y traición se enlazaban para la decepción siempre presente. Y la posesión por el amante se hacía inalcanzable…
La frase a su amante.•

“Ya no lo amo, nunca lo he amado de veras. Con el corazón 184, después de la fascinación el desencuentro.”
El amor cortes, es tener a un ciervo que la engalane, pero la crueldad de la amada, jamás permite la entrega y La correspondencia, exige la total sumisión del enamorado, y un inmenso amor.. celia. ´

Nunca abandono la escritura y su encuentro con Freud y sus psicoanálisis le permitió hacer un nudo y poder elaborar algunos de sus traumatismos. Es muy interesante y bonita, la frescura de su escritura , retomando los 5 Cahiers los cuadernos escritor a la edad de 7 años en inglés y francés, y alemán, luego analizados con Freud. En la edición se encuentran los dibujos y las interpretaciones que Freud le ofrece durante su análisis, transcripta por Marie posteriormente,
Podemos observar el simbolismo de la escritura y el análisis de los sueños., nos muestra y describe cómo va penetrando el discurso analítico, ofreciéndole un sentido a la dramática de su vida, de su madre perdida, del inminente surgimiento de la sexualidad infantil y los fantasmas en la masturbación clitoridiano , la sanción , la reprobación anudado a la culpa.

El sufrimiento encarnada en esa abuela cruel, y arrasante, fantasmas, hadas, brujas. Sus sueños, y el simbolismo que envuelve estos sus escritos, y un alivio para la dramática que le toco vivir. Es en este recorrido ella va encontrando ciertas autorizaciones, con sus amantes, y cierta resignación como ella afirmaba. Pero en realidad nunca termino de aceptar el clítoris como centro del placer en la sexualidad femenina
Pero ha conseguido un pasaje del cuerpo y su anatomía, a la búsqueda de las palabras que ofrecen un nuevo sentido a un vida. A la espiritualidad de una causa.
Para finalizar podríamos decir, que para Marie este encuentro maravilloso con Freud, le permitió asistir a una causa que signo su vida hasta su muerte. Acompaño a Freud desde los 70 años , en su fuerza vital continuo produciendo una obra inigualable, potente, sumergiéndose en las profundidades del alama humana, surgiendo de un más allá del dolor que lo aquejaba su cancer de mandíbula con 33 operaciones.
Una producción excelente que revelo a la humanidad que hay más allá del principio del placer y una pulsión de muerte que acecha y que solo se enfrenta con una libido que apunta al amor y el goce de la vida. Jacques Lacan en su retorno a Freud, sitúa una respuesta al enigma del goce femenino en el sentido que cada mujer elegirá de que lado quiere estar para encontrar el goce de la vida y un sexo que lleve las marcas de un estilo singular, particular con aquello que constituya el placer para cada sujeto . Donde quiera como ella quiera, es una elección, amar la vida es dejar de sufrir. 

Ana cristina Carlos Fregenal.
Analista miembro de discurso freudiano escuela de psiccoanalisis.
Febrero de 2023

Conferencias Mujeres Célebres: Marie Bonaparte. Francisca Moreno

Texto íntegro de la conferencia sobre Marie Bonaparte elaborado por Francisca Moreno Fuentes en el ciclo Mujeres Célebres de la Cultura 2023 

Málaga 28 de abril de 2023

Hoy presentamos a una de las grandes damas del psicoanálisis, la princesa Marie Bonaparte, la última Bonaparte como ella quería ser recordada.

            En los diez años que llevamos trabajando en este ciclo de mujeres célebres de la cultura, no es la primera vez que presentamos a mujeres que han hecho aportaciones a la teoría psicoanalítica, como Marie Langer, François Doltó, Lou Andreas Salomé, Sabina Spielrein o Melanie Klein, pero sí es la primera vez que yo participo y he aceptado hacerlo con cierta reticencia. En las ocasiones anteriores, se han ocupado de la presentación los integrantes de este grupo de trabajo que son psicoanalistas y que conocían a fondo su trabajo, lo que no es mi caso ni remotamente.

            La única mujer psicoanalista que había despertado mi interés era Lou Andreas Salomé y no precisamente por sus escritos, sino por su personalidad, capaz de interesar vivamente a Freud, despertar la pasión de dos hombres de la talla intelectual del filósofo Friederic Nietzsche y el poeta Rainer Maria RilKe y de rechazar las proposiciones de matrimonio de ambos.

            De Marie Bonaparte sabía que había sido la impulsora del psicoanálisis en Francia y que se erigió en guardiana de la ortodoxia, junto con Ana Freud, frente a los renovadores de la disciplina, lo que le llevó a enfrentarse con figuras de tanto peso e influencia como Helen Deutsch o Jaques Lacan. No era poco para asustarme y dudar seriamente de si sería capaz abordar y transmitir lo esencial del personaje.

            Pero también sabía que había organizado y financiado la salida de Freud y su familia de Austria cuando la irracionalidad nazi se tornó mortalmente peligroso para ellos. Perteneciente por matrimonio a la casa real griega, era tía de Doña Sofía, nuestra reina emérita y de Felipe de Edimburgo, consorte de Isabel II, a cuya familia alojó y protegió cuando tuvieron que salir de Grecia. También sabía que se había sometido a la cirugía del clítoris buscando curar su frigidez, lo que tampoco era poco para despertar mi curiosidad… y cuando he profundizado en su biografía me he encontrado una personalidad mucho más atractiva de lo que esperaba.

            Era bisnieta de Lucien Bonaparte, el hermano más inteligente, el más capaz políticamente y el más afín a Napoleón, a quien ayudó a encumbrarse a la dignidad imperial desde su cargo de presidente del Consejo. Pero poco después, el emperador lo apartó de los títulos y cargos de gobierno que repartió pródigamente entre sus familiares porque se casó en secreto con Alexandrine Deschams, una plebeya viuda, tan coqueta como guapa, tan codiciosa como coqueta.

            Para cuando renunció a cargos y honores por no renunciar a su matrimonio, Lucien había amasado una considerable fortuna y la pareja vivió en Italia donde compró varios palacios y hasta un principado. Ambos, Lucien y Alexandrine, tenían intereses literarios y escribieron tanto novelas, como poesía y teatro. Pero haber sido excluidos de la familia por contravenir las reglas sociales que regían el matrimonio entre la aristocracia de la época, no impidió que ellos hicieran lo mismo con su sexto hijo, Pierre Napoleón, el que sería abuelo de Marie, la mujer que hoy presentamos, un abuelo al que no conoció pero que idealizó de niña por las historias que de él oía.

            Fue el abuelo Pierre un hombre atractivo, interesado en la cultura como todos los Bonaparte; voluble y aventurero, viajó mucho, fue condenado dos veces por asesinato e indultado por la intervención de su familia; escribió algunas novelas, seductor y mujeriego dejó un buen número de hijos naturales. Se casó con Justin—Eleanor Rufin, a quien siempre llamó Nina, la hija de un obrero fundidor de cobre a espaldas de su primo, el emperador Napoleón III, que anuló el matrimonio. pero tras la caída del emperador, en la III República, se volvieron a casar, sus hijos, Roland y Jeanne, pudieron ver reconocido el derecho al apellido Bonaparte y su esposa el derecho a ser llamada princesa. 

            Nina era una mujer tenaz, pragmática y ambiciosa. Cuando se supo princesa abandonó al marido, harta ya de sus calaveradas, y se dedicó en cuerpo y alma a labrarle un porvenir a sus dos hijos; apoyándose en el apellido Bonaparte, negoció matrimonios muy ventajosos para ambos. Su hija Jeanne se casó con Cristian de Villenueve- Escalpon, marqués de Vence, y su hijo, el príncipe Roland, con la más rica heredera del momento. Esta abuela, modelo de voluntad, es la mujer junto a la cual la pequeña Marie pasó toda su infancia y su adolescencia con un sentimiento total de soledad y la pena profunda de no ser querida.

            El príncipe Roland Bonaparte, padre de Marie, hizo la carrera militar, pero se dedicó a su verdadera vocación: la ciencia; fue un antropólogo, geógrafo y botánico muy reconocido, que desarrolló una extensa obra. Se casó con la hija menor de Franç0is Blanc, dueño del casino de Montecarlo, de balnearios de moda y de muchas posesiones y negocios más.

            Marie Felix Blanc, de carácter dócil e inmensamente rica, se enamoró del gallardo militar que la aisló de su familia desde el mismo día de la boda en el palacio que habían comprado con su dinero. Comprobó pronto que el amor no era mutuo, ni su suegra ni su marido, quien ya tenía una relación amorosa que mantuvo toda su vida, intentaban  disimular que había sido una unión por interés. La princesa Nina Bonaparte ocultó y maquilló su propio origen y no permitió las visitas de la adinerada y plebeya familia de su nuera. Maríe Félix tuvo una vida conyugal corta y triste, cuando quedó embarazada ya estaba muy enferma de tuberculosis y murió un mes después de dar a luz a Maríe.

            Al cuidado de su adusta abuela que no se acercaba a la cuna y menos aún al cuarto de juegos, y con un padre permanentemente ausente, la niña fue criada entre nodrizas, que cambiaban con frecuencia, e institutrices. La princesa Nina Bonaparte velaba sin amor por la niña, valiosa para ella debido a esa gran riqueza que todos a su alrededor mencionaban sin empacho, La princesa Nina la veía como el colofón de las ambiciones de su hijo. Un batallón de personal de servicio, donde se daban rivalidades y envidias, atendían a la niña que oyendo comentarios aquí y allá, creció convencida de que su abuela y su papá, al que adoraba, habían matado a su mamá para quedarse con su dinero. Tal vez estas habladurías oídas en la infancia tengan mucho que ver en el interés que mostró por las mentes criminales cuando ya era una psicoanalista de prestigio.

            Desde su primera enfermedad infantil estuvo sobreprotegida del exterior, con prohibición de salir a la calle o relacionarse con otros niños. Su padre había obligado a su esposa Maríe Félix a testar en su favor, pero sólo pudo hacerse con un tercio de la herencia, por consiguiente, de la supervivencia de su hija dependía que la enorme fortuna heredada por la niña no revertiera en los hermanos de su difunta madre si la pequeña Marie moría antes de la mayoría de edad.

            Bajo la vigilante mirada de la abuela, creció aislada del exterior y sin jugar con otros niños, además durante la adolescencia se vio obligada a llevar un corsé ortopédico para corregir su espalda. Los únicos niños con los que se relacionó fueron los hijos de su tía Jeanne, que visitaban a la abuela con frecuencia, lo que hacía más lacerante su sensación de soledad y de desamor por comparación con ellos, también tomó conciencia de su poco atractivo por la comparación constante con su preciosa prima Jeanne, siempre primorosamente vestida por su madre con puntillas y encajes, mientras a ella la vestía su abuela con ropa práctica, de abrigo, confeccionada en casa al uso de la época.  En sus diarios de infancia y adolescencia recoge con frecuencia la forma poco afectuosa que su abuela tenía de animarla diciéndole que siendo tan rica no necesitaba belleza porque tenía asegurado el matrimonio.

            Educada en casa, el padre se ocupó de su formación en idiomas, despertó con su ejemplo el interés por las ciencias, contrató profesoras y le permitió estudiar pero, a pesar de su insistencia, no permitió que se examinara del bachillerato ni estudiara medicina, su verdadera vocación, porque esto malograría la posibilidad de un matrimonio a la altura que esperaba para ella. Este padre le legó su sed de victorias intelectuales al tiempo que le cercenó el camino al conocimiento, procurando minar en ella la afición al estudio, sin conseguirlo. En este ambiente, Marie creció convencida de que estaba enferma y moriría pronto como su madre.

            Desde niña escribió diarios y lo que llamaba “cuadernos de bobadas” donde consignaba sus vivencias y sus observaciones con una sorprendente capacidad de análisis. Célia Bertin que los ha analizado, afirma que leyendo sus notas y su correspondencia se tiene la impresión de que todo lo que aprendió lo extrajo de sí misma, así como sus gustos tan dispares. Tenía un don extraordinario para la vida, un don que se manifestó muy tempranamente, y que ninguna de las personas de su entorno era capaz de apreciar.

            Su primera experiencia amorosa no pudo ser más traumática, cruelmente engañada por Antonio Leandri.  Años más tarde ella recuerda así al bribón que la enamoró: “yo tenía 16 años y él 38, yo era fea y él muy guapo”. Él era el apuesto abogado que trabajaba como secretario de su padre y vivía con su joven esposa, poco mayor que Marie, en el palacio. Las jóvenes hicieron amistad y de noche, cuando la nodriza ya dormía, invitaba a Marie a su habitación, donde propiciaba que Antoine y Maríe tuvieran algunos momentos a solas en los que había entre ambos abrazos y besos furtivos. Tan cuidadosamente aislada de la vida, cayó en la más burda trampa de un chantajista que explotó su increíble inocencia. Le pedía notas en las que le declarara su amor y en las que figurara expresamente el nombre de los dos. Le escribía cartas apasionadas, pidiéndole que las destruyera una vez leídas y asegurándole que hacía lo mismo con las suyas. Marie volcó toda su pasión adolescente en estas cartas que, por supuesto, Leandri no destruyó.

            La lista de pretendientes a la mano de Marie fue larga, un caballero húngaro, un duque italiano, un junker prusiano, una amalgama de príncipes, uno de ellos austriaco, otro rumano, sería tedioso enumerarlos a todos. Cuando el príncipe Roland descubrió que su secretario, entre otras corruptelas, cobraba por filtrar las solicitudes, lo despidió. Marie sufrió por ello, vive como una pérdida devastadora que la separen de esta pareja, considera injusta su situación, se rebela y su padre permite que la señora Leandri la visite una vez a la semana. Con estas visitas de su antigua amiga comienza la extorsión, sigue pagando el sueldo de Leandri aunque ya no trabaje para ellos y tiene que sobrellevar el chantaje sola y en silencio por vergüenza. Durante cuatro años Marie, sintiéndose más sola que nunca, se refugia en la lectura y la escritura y desarrolla una serie de obsesiones. Hipocondriaca se aísla, voluntariamente ya, más aún de lo que estaba, convencida de que está tuberculosa y morirá con 21 años como su madre.

            Pero cuando cumple 21 años no llega la muerte, lo que llega es su mayoría de edad y con ella una carta solicitándole un millón de francos con la amenaza de hacer públicas sus cartas si no paga. En esta situación no tiene más remedio que confesarle la extorsión a su padre y éste opta por negociar el pago y recuperar los escritos que comprometerían su posibilidad de matrimonio. Su dinero le permite escapar de esta tremenda situación, pero cuando el hombre al que se ha amado se comporta de este modo, resulta ya imposible entregarse por completo al amor, ha muerto algo que ya no podrá resucitar jamás.

            Cuando tiene 23 años fallece su abuela, lo que es para ella una liberación y, concluido el luto, con casi 25 años, acude a su primer baile. Comprueba que no sabe distraerse, duda demasiado de sí misma para envanecerse de su papel de rica heredera y no le infunden respeto los títulos nobiliarios que exaltan a su padre quien, obsesionado como la abuela con su estatus de nobleza,  verá colmadas sus expectativas  cuando Marie permite que la corteje el príncipe Jorge, hijo del rey Jorge I de Grecia y nieto del rey Cristian I de Dinamarca, emparentado con todas las casas reales de Europa, es primo del rey Jorge V de Inglaterra,  del zar ruso Nicolás II y del emperador alemán Guillermo II. A su padre, el príncipe Roland, que se hace llamar Alteza Imperial, sin tener derecho a ello, le ha salido una excelente jugada, pero los títulos traen sin cuidado a su hija, como observó tiempo después Freud, nunca se sabía si hablaba de un perro, de un criado, de una persona cualquiera o de un príncipe, cuando Marie Bonaparte hablaba de alguien a quien quería.

            El príncipe Jorge, trece años mayor que ella, a quien Marie llamaba “Mi palo de caramelo” conquistó pronto su corazón, es un gigante de mirada franca, tranquilo y cortés, desde los 14 años, ha estado muy unido a su tío Valdemar, hermano menor de su padre, almirante de la flota danesa con quien se formó y a quien visita frecuentemente. La princesa Bonaparte y el príncipe griego hicieron una boda de cuento de hadas, ampliamente seguida por la prensa de la época, pero que tuvo una intimidad decepcionante. Rememorando su noche de bodas Marie escribe: …cuando entraste en mi habitación salías de la de tu tío Valdemar, fueron necesarios el calor de su voz, de su mano y su consentimiento para que te atrevieras a venir hacia la virgen. Me tomaste aquella noche con un gesto breve, brutal, como obligándote a ti mismo y disculpándote dijiste: Odio esto tanto como tú. Pero no hay más remedio, si queremos hijos”.

            Tuvieron dos hijos, Pedro y Eugenia. El príncipe Jorge pasará siempre los veranos en Bernstoff, el castillo danés de Valdemar a quien Marie llama “mi segundo marido” y sus hijos llaman “papá two”. Los primeros años de su matrimonio, Marie lo acompaña y hace una buena amistad con Marie de Orleans, la esposa de Valdemar, que le ayuda a entender su situación. Su papel en la familia real la obliga a viajes de representación en coronaciones, bodas y funerales de miembros de la realeza, cumplidos sus compromisos oficiales, vive el resto del año entre Atenas y París donde, libre ya de la tutela paterna, abre su propio salón donde recibe, como no puede ser de otra manera, a políticos, aristócratas y miembros de las casas reales europeas de paso por París pero también, y es lo que más le interesa, a los científicos y escritores más destacados del momento.

            Desempeña con gran clase su papel de alteza real, entregándose a él generosamente. En la Guerra de los Balcanes se ocupa del traslado de heridos en el barco hospital que ella misma ha donado. Su actividad, provechosa para los demás, lo es también para ella. Tras haber sido tutelada durante tanto tiempo, descubre de pronto que puede ser eficaz y llevar a buen término acciones prácticas. Para sus contemporáneos, la princesa Marie de Grecia es ahora una bella mujer, una hábil mujer de mundo en extremo sofisticada, conocida por su generosidad. Sin embargo, su invalidez interior no tardará en empobrecer su vida más aún que en el pasado.

            Como siempre, la lectura y la escritura son su refugio, se encariña mucho con Gustave Le Bon, médico, sociólogo, gran viajero, autor de La psicología de las masas y Las leyes psicológicas de la evolución de los pueblos, quien la anima mucho a seguir escribiendo y a publicar lo que escribe. Tras algunos artículos en prensa publicará su primer libro en 1919 que titulará Meditaciones sobre la guerra, en el que despliega ya su originalidad y su independencia de pensamiento.

             Pero también busca remediar su insatisfacción más profunda, la homosexualidad de su marido le provoca pena e ira, se siente más desvalida que ante un adulterio, fuerte por la inteligencia y vulnerable por la sensibilidad, experimenta más que cualquier otra mujer el insulto contra su sexo, le hace sufrir no poder rivalizar con los cuerpos masculinos que admira Jorge. Aunque busca otras parejas, algunas entre los propios familiares de su marido, sigue llena de dudas respecto a su aspecto físico y su capacidad de seducción. Su matrimonio no le ha dado seguridad alguna en ese aspecto y sus experiencias amorosas fuera del matrimonio tampoco. Con la honestidad y la profundidad de análisis que la caracteriza, recoge su experiencia en el cuaderno que tituló Los hombres que he amado. Hasta que con treinta años conoció a Aristide Briand, que contaba por entonces cincuenta y uno y había sido cuatro veces presidente del gobierno (lo sería once veces durante su carrera y veinte veces ministro), este brillante hombre de estado se enamora perdidamente de ella, su relación duró más de cuatro años. Tardó mucho en permitirle una intimidad completa, los primeros tiempos recuerdan más a las prácticas medievales del amor cortés que a una relación de verdaderos amantes, lo que llama la atención teniendo en cuenta la ligereza con la que había entrado en otras relaciones. Sus encuentros se prolongaron durante toda la Primera Guerra Mundial, viéndose cuando podían y escribiéndose cuando las tareas de estado no le permitían verse (Aristide fue primer ministro y ministro de exteriores durante la IGM) y cuando la relación terminó, el enamoramiento sincero de Aristide Briand le dejó un doble poso, la conciencia de ser una mujer atractiva y la seguridad de no saber amar. Ha podido tener relaciones sensuales, pero no puede unir amor y sensualidad. Le gustaría amar, pero no sabe, sólo ha recibido sequedad por parte de la familia y luego apareció Leandri…

            Aristide no será su último amante, el que llamará en sus cuadernos íntimos X, un médico casado, amigo tanto él como su esposa desde hace tiempo, será su amor más profundo y más largo en el tiempo, fueron amantes hasta la vejez, lo que no impidió que ambos tuvieran otras aventuras, en el caso de Maríe, mantendrá una relación por un tiempo con Lowenstein, un psicoanalista brillante, 16 años más joven que ella que tiempo después será analista de su hijo.

            A Aristide Briand le comenta con frecuencia que su esposo Jorge es para ella como su hermano. En 1913, tras el asesinato de su suegro, acompañando a Jorge en el duelo, escribe en su diario: Mi marido. Me aburre, me encadena, pero es el único que me amará hasta la muerte. Y así, cuando mi corazón sufre necesita el ancho pecho fiel del esposo. Han pasado otros, otros pasarán y nuestros hijos con ellos, que la vida sonriendo nos arrebatará. Envejeceremos, nos quedaremos solos y entonces, una vez transcurrida la vida, seremos el uno para el otro todo cuanto nos quedará.          

            En 1923, para el príncipe Roland su enfermedad de cáncer ya es terminal. Marie se instala en casa de su padre y lo cuida amorosamente en sus últimos meses, siente que por fin tiene toda su atención y comparte con ella tiempo, lo que siempre echó de menos. Cuando muere, pasa un periodo de tristeza profunda, remueve dolores antiguos por el trabajo de liquidar su enorme herencia, vaciar la casa, donar y dispersar en instituciones sus herbolarios, sus colecciones etnográficas, los más de 100.000 volúmenes de su biblioteca, sus escritos entre los que hay muchos papeles por clasificar. Haciendo esta tarea encuentra un paquete con las cartas que ella le había escrito siendo niña cuando su padre pasó una temporada larga conociendo Estados Unidos. Estaban todas sin abrir y con más de cuarenta años vive este descubrimiento con el mismo dolor que en sus días de infancia vivía su soledad.

            Durante el difícil duelo por la muerte de su padre, se somete a cirugía plástica para corregir sus senos y posteriormente una pequeña cicatriz en la base de la nariz. Ella misma se daba cuenta de que todas estas operaciones eran una señal de su mal estado psíquico y pidió al doctor Laforgue que escribiera a Freud para analizarse con él y el ya mundialmente famoso doctor, que acababa de pasar por la primera de las treinta y tres operaciones que sufrió por su tumor de mandíbula, aceptó tomarla en análisis.

            Su relación con Freud abrió para ella una nueva etapa, encontró un sentido a su vida y también una profesión a la que se dedicó con toda la energía de que era capaz, y era mucha. Fue una colaboradora generosa, eficaz y leal durante toda su vida con su querido maestro. Compró las cartas a Fliess y financió la publicación de la selección que de ellas hizo su hija Anna Freud, con quien tuvo una estrecha amistad. Tradujo muchos de los trabajos de Freud al francés, fue miembro fundador de la sociedad Psicoanalítica de París en 1926 y un año después, de la Revista de Psicoanálisis, participó muy activamente en los congresos internacionales de Psicoanálisis, pero de su trabajo en este campo y de su aportación tanto intelectual como económica a su difusión y su organización institucional les hablará en su intervención Ana Cristina.

            Siempre interesada por la medicina, oye hablar del trabajo del doctor Halban de Viena, biólogo y médico, que solucionaba la frigidez femenina practicando una cirugía consistente en acercar el clítorix al meato urinario. Ella misma publica un trabajo bajo el pseudónimo A-E Najarni en la revista Bruxelles medical para difundir esta técnica. Obsesionada con su frigidez, se somete a esta intervención por el doctor Halban hasta en tres ocasiones. Aunque años después admitirá que ésta no siempre es efectiva, nunca se arrepentirá de haberse sometido a las operaciones ni de haber publicado este trabajo, su título figura en su bibliografía que ella misma preparó.

            Cuando el antisemitismo nazi se extendió imponiendo las irracionales leyes de Nuremberg, financió y organizó además de la salida de Freud con su familia y sus colaboradores de Viena, la salida de, al menos, doscientas cincuenta familias más, por lo que fue reconocida y galardonada al final de su vida por el gobierno de Israel.

            En su historia familiar se reprodujo la trayectoria del abuelo Pierre y el bisabuelo Lucien. Su adorado hijo, el príncipe Pedro, se casó en secreto con una rusa divorciada de origen plebeyo y, ante el hecho consumado, fue apartado del estatus y los privilegios de la familia real. El príncipe Jorge no volvió a relacionarse con él, pero ella no le apartó de su vida y siguió financiándolo. Su hija, la princesa Eugenia de Grecia, tuvo tres hijos de sus dos matrimonios, en sus últimos años, el punto dulce en su vida lo pusieron los nietos con los que procuraba pasar el mayor tiempo posible.

            En 1939 muere Valdemar y Marie escribió el cuaderno titulado El viejo compañero en el que relata desde el principio esa historia de amor única, esa pasión entrañable entre tío y sobrino, aún sintiéndose excluida del duelo y el dolor de Jorge. A la tristeza por la pérdida se une un año después el desarraigo. Marie y su marido, al igual que toda la familia real griega se traslada a Ciudad del Cabo en Sudáfrica durante la Segunda Guerra Mundial donde vivirán como refugiados, cambiando varias veces de residencia. Cuando regresan a Europa una vez concluida la guerra, a pesar de sus frecuentes viajes, ya pasan poco tiempo separados. La vejez y sus dificultades los acercó mucho. En su cuarenta aniversario de boda escribe en su diario que se sorprende de haber convivido con un hombre tan distinto a ella y de haberlo querido tanto.

            Marie Bonaparte murió en 1962, sobrevivió cinco años a Jorge que murió en 1957. Con la meticulosidad con que lo anotaba todo, escribe: quise pasar la última noche de su muerte a solas con mi marido… me inclinaba sobre su frente y lo besaba, no sus labios que él siempre me había negado, y también anotó lo que había puesto en el ataúd: dos banderitas de esmalte danés y griego, su alianza, los cabellos de Valdemar y el San Cristóbal que él le regaló, su cruz y la foto de Valdemar en sus manos. Nuestro grupo familiar a los pies.

            Por este y otros rasgos de profunda honestidad, no es extraño que cuando su biógrafa, Célia Bertin le preguntó a Anna Freud que cualidad otorgaría a Marie Bonaparte si tuviera que caracterizarla con una sola palabra, respondió sin titubear: la rectitud.

 

Francisca Moreno Fuentes

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Fundación Anna O. está especializada la salud emocional de la mujer, esta puede verse afectada por múltiples factores, muchos de ellos difícilmente perceptibles por quien los sufre. Algunos de los casos que solemos tratrar son: Maltrato físico y psíquico,  separación, depresiones, angustias, fobias, ataques de pánico, dificultades en la sexualidad, embarazos indeseados, dificultades en el aprendizaje, intentos de suicidio, anorexia, bulimia, conflictos familiares o abusos sexuales, violación y todo aquello que derive en un sufrimiento intolerable.

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