Quien no te conozca que te compre

El tío Cándido que suponemos que era de Mairena y vecino de la ciudad de Carmona, era generoso, caritativo y afable con todo el mundo. Había heredado de su padre una haza, algunas aranzadas de olivar y una casita en el pueblo.

Solía ir a ver su olivar, en un hermosísimo burro que poseía; pero el tío Cándido era muy bueno, pesaba mucho, no quería fatigar demasiado al burro así que había tomado la costumbre de hacer a pie parte del camino, llevando el burro detrás de él.

Ciertos estudiantes le vieron pasar un día a pie, cuando iba ya de vuelta para su pueblo.

Iba el tío Cándido tan distraído que no reparó en los estudiantes.

Uno de ellos, que le conocía de vista y de nombre y sabía sus cualidades, informó de ellas a sus compañeros y los excitó a que hiciesen al tío Cándido una burla.

El más travieso de los estudiantes imaginó entonces que la mejor y la más provechosa sería la de hurtarle el borrico. Puestos todos de acuerdo, se llegaron dos en silencio, aprovechándose de la profunda distracción del tío Cándido, y desprendieron el cabestro de la jáquima. Uno de los estudiantes se llevó el burro, y el otro estudiante, que se distinguía por su notable desvergüenza y frescura, siguió al tío Cándido con el cabestro asido en la mano.

Cuando desaparecieron con el burro los otros estudiantes, el que se había quedado asido al cabestro tiró de él con suavidad. Volvió el tío Cándido la cara y se quedó pasmado al ver que en lugar de llevar el burro llevaba del diestro a un estudiante.

El estudiante dio un profundo suspiro, y exclamó:

-Alabado sea el Todopoderoso.

Por siempre bendito y alabado, -dijo el tío Cándido.

Y el estudiante prosiguió:

-Perdóneme usted, tío Cándido, el enorme perjuicio que sin querer le causo. Yo era un estudiante pendenciero, jugador, aficionado a mujeres y muy desaplicado. No adelantaba nada. Cada día estudiaba menos. Enojadísimo mi padre me maldijo, diciéndome: eres un asno y debieras convertirte en asno.

Dicho y hecho. No bien mi padre pronunció la tremenda maldición, me puse en cuatro pies sin poderlo remediar y sentí que me salía rabo y que se me alargaban las orejas. Cuatro años he vivido con forma condición asnales, hasta que mi padre, arrepentido de su dureza, ha intercedido con Dios por mí, y en este mismo momento, gracias sean dadas a su Divina Majestad, acabo de recobrar mi figura y condición de hombre.

Mucho se maravilló el tío Cándido de aquella historia, pero se compadeció del estudiante, le perdonó el daño causado y le dijo que se fuese a escape a presentarse a su padre y a reconciliarse con él.

No se hizo de rogar el estudiante, y se largó más que deprisa, despidiéndose del tío Cándido con lágrimas en los ojos .Contentísimo el tío Cándido de su obra de caridad se volvió a su casa sin burro, pero no quiso decir lo que le había sucedido porque el estudiante le rogó que guardase el secreto, afirmando que si se divulgaba que él había sido burro lo volvería a ser.

Pasó algún tiempo y vino la feria de Mairena.

El tío Cándido fue a la feria con el intento de comprar otro burro.

Se acercó a él un gitano, le dijo que tenía un burro que vender y le llevó para que le viera.

Qué asombro no sería el del tío Cándido cuando reconoció en el burro que quería venderle el gitano al mismísimo que había sido suyo y que se había convertido en estudiante. Entonces dijo el tío Cándido para sí:

-Sin duda que este desventurado, en vez de aplicarse, ha vuelto a sus pasadas travesuras, su padre le ha echado de nuevo la maldición y cátale allí burro por segunda vez.

Luego, acercándose al burro y hablándole muy quedito a la oreja, pronunció estas palabras, que han quedado como refrán:

-Quien no te conozca que te compre.

Mujer y creación en la Bauhaus. Ana Cristina Carlos

Han transcurridos 10 años de este dispositivo, Mujeres celebres de la cultura.  del cual ,  tengo el agrado de formar parte, con un equipo que ha permanecido causado por esta temático , iluminando y dando las mejores condiciones para realizar una trasmisión publica , activo y decidido sobre el tema que nos interesa

Hemos recorrido este largo camino que constituyen seguir y exaltar la huella y el rasgo singular  de  las mujeres  para intentar transmitir y reafirmar el  lugar de la creación en la cultura y la impronta que han tenido  a lo largo de los siglos, mujeres  silenciadas muchas veces y otras  que se han autorizado a empoderar su producción, como recordareis ,  la última de nuestras mujeres celebres, ha sido  Emilia pardo Bazán , en la última presentación del ciclo.

En  esta oportunidad y con la idea  que nos ha aportado Toña Pascual que nos ha mostrado un trabajo de investigación muy rico,   que ha sido presentado en la universidad de málaga  en la carrera de historia del arte, incursionaremos en la vida de las mujeres de la Bauhaus.  Historia de la creación de unas mujeres que tuvieron un destacado desempeño  muy aguerridas, muy difundida en los medios ya que las Bauhaus cumple 100 años y es  partir de ubicar esas voces silenciadas en la historia del arte  y fundamentalmente la sordera de los que escriben la historia, del arte,.., que han dejado en el olvido  una  renovación de la  estética típicamente forjada por mujeres.  Pero existe algo  que por insistencia y reconocimiento de una obra artística   no se  ha podido  ocultar  pues se erige en  potencia creadora, aludiendo a l  la invención en las diferentes disciplinas de las que  formaron  parte de esa nuevo todo en que se constituía la novedosa arquitectura, en lo textil, la fotografía el arte de la madera, y del hierro.

Para representarnos este olvido acudiremos a lo que  mitología  griega   nos aporta,  una figura interesante, que podría representar  el espíritu creador de las mujeres de la Bauhaus,

 La mitología, griega, las Moiras  son mujeres  las que manejan los hilos del  destino.

Son  esas tejedoras  que rigen los hilos de la vida, desde al nacimiento a la muerte, como corresponde a toda esencia vital  una frase, de Olaya Fernández Guerrero, de la universidad nacional de la rioja.

Las Moiras,  encargadas de tejer el hilo por el que se rige el destino humano, representan la invisibilidad del trabajo femenino. Atenea simboliza la sabiduría teórica y práctica, e inspira además la reivindicación del reconocimiento del valor femenino. Finalmente, Ariadna ofrece una visión realista del camino hacia el autoconocimiento y de las dificultades que pueden surgir a lo largo de él. “

Esta metáfora nos indica a estas grandes  l tejedoras las que hilan, las que saben hacer el buen corte, en su justo tiempo, vida y muerte se entretejen, en una invención donde se juegan, pasiones, desdichas, emprendimientos  donde las mujeres tienes su lugar, a veces invisibles, y otras orgullosas de su producción.

 Y como las buenas Moiras  acompañaron, tejiendo su propia vida,  el  nacimiento, y el despertar  de algo nuevo y continuaron en   desarrollo fulgurante, asistieron al declive y la extinción por causa del terror del  nazismo, pero surgieron como el ave fénix, continuando su trayectoria independiente,  en el campo de la estética. Como ya ha mencionado Toña. Algunos murieron en el campo de exterminio.

Siempre la creación tiene que ver con la vida, lo vital, lo que emerge desde el fondo del ser, con aquello que va en contra de la destrucción, del odio, superando la crueldad de la guerra de la segunda guerra, y hoy vigente  

Con el comienzo  la creación de la escuela  de la Bauhaus en 1919 por Gropius   encontraron una llave que indicaba la clave para una puerta abierta para la entrada de las mujeres, a esa apertura debió hacer frente empoderándose franqueando  a los obstáculos, que constituían para estas luchadoras,  más que poner a prueba la fuerza de un deseo decidido, marcado, por la renovación en la obra pero también en la vida .Fueron unas mujeres desafiantes y revolucionaron su tiempo.

 Desde una sociedad patriarcal la apertura a las mujeres significaba un nuevo lugar ganado,,  bajo una  máxima” de igualdad de sexos,  pero frente a la demanda de entrada, desde del psicoanálisis podemos pensar, que surgen los fantasmas del temor al sexo débil,  siempre poniendo en juego esos fantasmas universales  , fantasmas frente a lo femenino que inventa  la mujer peligrosa,  con  una poder desmedido, colocando la idea  de lo excesivo y   demoniaco, o lo descontrol sobre la figura femenina que pondría en juego la reputación de la escuela. Fantasmas universales que hoy tienen su existencia.

Una de las razones de esta ocultación  y silencio, Como ha dicho Toña, una serie de movimientos estéticos, no solo en la creación y renovación sino, en el estilo de vida, la vestimenta, los gustos, una mayor exhibición del cuerpo femenino, de la seducción y el atreverse a experimentar nuevas sensaciones, elegir significa, comprometerse en una idea  dando lugar a las elecciones y un nuevo pensamiento. Después del terror de la destrucción, una nueva dimensión de libertad.  

Ruptura con al exclusividad de un rol maternal, cuidadora del hogar, estas mujeres nos muestras como se puede dar nacimiento a retoños artísticos,  parir ideas, y dar luz  a nuevos seres en la fecundidad de su espíritu de invención y creación, es por ello que nos detenemos para alabar este nuevo campo de invención abierto por ellas.

Después de la segunda guerra mundial, aparece un estilo de mujer que ya se había gestado en 1920 coincidiendo con el fin de la guerra.

https://www.beauxarts.com/grand-format/qui-etaient-les-filles-du-bauhaus/

Las famosas Flappers

Estilo transgresor del principio del siglo  XX, supuso un antes y un después de la moda.  Flap significaba tildadas de prostitutas. prostitutas jóvenes.

Con la llegada del liberalismo social y tras el fin de la Primera Guerra Mundial, el inconformismo y las ansias de libertades sociales empezó a resonar con fuerza en la mentalidad de hombres y mujeres de todo el mundo -sobre todo en las mujeres que eran las que tenían más limitaciones en sus derechos y libertades-.

Fue entonces cuando surgió un movimiento que no entendía de clases sociales pero que tenía un denominador común: el romper con los establecido y dejar atrás la opresión machista de la socieda

s ahí cuando las flappers comenzaron a usar maquillaje llamativo, a cortarse el pelo al estilo 'bob' a la altura de las orejas, a lucir prendas más cortas por encima de la rodilla, joyas voluminosas o accesorios repletos de plumas o lentejuelas; realizaban prácticas que antes solo estaban destinadas a los hombres como beber alcohol, fumar cigarrillos, no tener buenos modales, practicar deporte, conducir y frecuentar locales nocturnos -donde sobre todo escuchaban jazz, la música no convencional de ese momento.

Espectáculo, del cine, de la literatura, del periodismo o de la moda. Una de las primeras en representar este nuevo estilo de vida fue la actriz Clara Bow, considerada la primera it girl origin

Mezcló la moda considerada masculina con la femenina siendo de las primeras mujeres no solo en diseñar pantalones, sino también llevándolos ella misma.

Compartían todo tipo de actividades, dando lugar a una mujer más liberada, y participante en todas las actividades culturales, dueñas de su cuerpo y de su sexualidad.

La Bauhaus, combinar todas las artes, componentes necesarios de una nueva arquitectura…toña

Destino marcado por su género. Taller textil.

Vadillo m. el triunfo de las diseñadoras invisibles: la Bauhaus en femenino.

Gunta Stölzl creatividad, constancia y capacidad de organización.

Por María Redondo.

Una de las figuras mas importantes de la Bauhaus, alumna, profesora y directora de los talleres. En Dessau

Gunta Stölzl

Creatividad constancia y capacidad de organización.

Comenzó su carrera estudiando pintura decorativa, pintura en vidrio, cerámica, historia del arte y estilo en la escuela de artes decorativas de Munich, entre 1914 y 1916

Trabajo como enfermera voluntaria en la cruz roja durante la primera guerra mundial.

1919, curso preliminar en la Bauhaus,  de Weimar, a cargo de Johannes  Itten.  Luego ingreso a la escuela donde se formó durante 6 años . luego se convirtió cuando el traslado a Dessau, en maestra del taller textil de la Bauhaus. La aclaman como líder los estudiantes, 1927 asumió la dirección de la escuela de tejido. En su practica aplico ideas  del arte moderno, que adquirió en las clase de Johajannes Itten, teoría del color, Paul KLee pensamiento visul, y Wassily Kandinsky  arte abstracto, en una nueva practica del tejido.

Los tejidos se utilizaban como decoración para el espacio arquitectónico.

 El taller se profesionalizo,  fue junta stolzl Gunta la que dirigió a los estudiantes del taller textil  hizo de el territorio y refugio femenino  y uno de los mas importantes y con mayor actividad de la Bauhaus. Y fue una de las mujeres que permanecieron vinculadas a la bauhaus durante mucho tiempo alumna, profesora y luego en una tarea de armar su propio taller.  Tiempo durante el que colaboriaria en la fabricación de tapices y tejidos. Cada vez mas creativo y llenos de invención. Auttenticas obras de arte hechas con hilo, donde combinaba ,como era el espíritu de la escuela, tecncias artesanales como los últimos avances de la producción industrial.

La igualdad un pilar importante.

La artista implemento en todo momento, la ideas del arte moderno que aduirio en las clases de Johanne Itten (teoría del color) Paul Klee(pensamiento visual) y Wassily Kandinsky(arte abstracto.

https://www.arquitecturaydiseno.es/arquitectura/estas-son-mujeres-que-triunfaron-escuela-diseno-bauhaus_2345

Su gran carrera fue arruinada cuando un grupo de alumnos y profesores, de ideología nazi, de suj propios escuela en 1931, se dedicaron a acosarla por estar casada con un judío, finalmente debería dimitir de su uesto refugiándose en zurich donde fundaría su propia empresa de tejidos.

Transforma el taller de tejidos en un laboratorio  donde se experimentaba con todo tipo de técnicas y materiales nuevos. Separación del marido judío. Le piden su dimisión.

Manifiesto. 1919

Establecimiento de unos contactos amistosos entre maestros y aprendices fuera del trabajo; para ello se organizaran representaciones teatrales, conferencias, recitales de poesía, conciertos, fiestas de disfraces.Manifiesto y dar prioridad a la actividad creadora.

Contacto con la vía pública, con el pueblo, a través de exposiciones y otros actos.

Ana Cristina Carlos Fregenal .

 Malaga, 6 de marzo de 2022

La Leyenda de la calle Beso de Granada

El nombre tiene relación con una historia muy bonita que pasó en dicha calle en el siglo XVIII.
A la calle Beso de Granada se llega subiendo por la cuesta de las Arremangadas. Se encuentra en la entrada del populoso barrio del Albaicín. En este rincón se respira amor ¿Queréis saber el porqué de este nombre?
Cuenta la leyenda, que en una de las casas de la calle Beso "vivía un matrimonio con su hermosa hija, que todos los vecinos adoraban. Un día cuando su madre la fue a despertar, encontró a la niña totalmente inerte, lo que transformó al barrio en un solo llanto. Al día siguiente tras el velatorio, cuando iban a cerrar el ataúd, y la madre acercó sus labios para dar a su querida hija un desesperado beso, los ojos de la muchacha se abrieron lentamente ... ".
La pequeña seguía viva. Era un caso de catalepsia. Desde ese momento, los vecinos del Albaicín llamaron a la calle, que antes se llamaba Conde de Cabra, la del Beso.

Las mujeres olvidadas de la Bauhaus. Toña Pascual

La Bauhaus fue una escuela de arte, diseño y arquitectura fundada en 1919 por Walter Gropius. En su Manifiesto publicado en ese año, Walter Gropius afirmó que su objetivo para esta escuela era «crear un nuevo tipo de artesano sin la distinción de clase que divide al artista del artesano »: “arquitectos, escultores, pintores, ¡todos somos artesanos!, afirmó.
La Bauhaus prometió construir una sociedad moderna y abierta con la promesa de una igualdad real entre los sexos. Sin embargo, esta imagen transmitida de las mujeres en los años veinte representa un mito controvertido que se refiere principalmente a la superficie y lo externo. El manifiesto incluía los objetivos, la oferta educativa y el currículum, y también las normas de admisión. Los estudios sobre el tema aportan datos de una respuesta muy efusiva a esta convocatoria. Gropius señaló que "toda persona inocente es admitida independientemente de su edad y género, cuya educación previa sea considerada suficiente por el Consejo de Maestros de la Bauhaus y hasta donde el espacio lo permita”. Pero en este primer discurso atacó explícitamente a las mujeres: "No hay diferencias entre el sexo bello y el fuerte”. Igualdad absoluta, pero también absolutamente los mismos deberes en el trabajo de todos los artesanos". En su primera estimación, se esperaban cincuenta mujeres y cien hombres.
Sin embargo, en el semestre de verano de 1919, ochenta y cuatro mujeres y setenta y nueve hombres se matricularon en la Bauhaus de Weimar , aunque sus carreras resultaron muy diferentes. Este enorme éxito cogió tan de sorpresa a los organizadores que 1920 Gropius, sobrepasado por tal afluencia de alumnas, se desdice de sus postulados y considera necesario “… un severo proceso de selección, en el preciso momento de la aceptación, particularmente para el sexo femenino, cuyo número es excesivo” . Y es a partir de este momento cuando empiezan a surgir los obstáculos para ellas. “Profesores y directivos hacían acciones para impedir o dificultar que las mujeres accedieran a distintos talleres reforzando los estereotipos de género. Por ejemplo, evaluaron cobrarles una cuota más alta o en el cursillo de ingreso, les ponían calificaciones menores” . Los estudios se organizaban en torno a diferentes talleres. Antes de ser aceptados en la Bauhaus, todos los estudiantes tenían que completar el curso preliminar y tras ello eran orientados a uno u otro, aunque a las mujeres se las relegó básicamente al textil o de cerámica, sin tener en cuenta sus aspiraciones artísticas. El siguiente inconveniente tiene lugar cuando el Consejo de Maestros decidió otra medida discriminatoria: “con la finalización del curso preliminar, no debe haber experimentos innecesarios y las mujeres deben ser dirigidas a los talleres de: tejido, encuadernación o cerámica” pues temían la gestación de una “asociación negativa de artes y oficios y arte femenino”. Esta limitación las perjudicó directamente en su formación en general y, sobre todo, en arquitectura. En 1922 otros dos hechos las dividió todavía más: el cierre del Taller de Encuadernación y la decisión del director del Taller de cerámica de “no aceptar mujeres en el taller por el bien de ellas y por el bien del taller” .Esta exclusión tenía como finalidad negarles su formación en arquitectura. Así que fueron relegadas a dicho Taller Textil y de este modo “su destino allí estaba marcado por su género desde un primer momento”
Pero ellas aceptaron maravillosamente su situación, se conformaron con poder acceder a la Escuela, y así formarse, aunque no obtuviesen un título profesional. Eran unas excelentes trabajadoras, disciplinadas, colaboradoras y, sobre todo, innovadoras. Hubo algunas mujeres que, a pesar de que su acceso a ciertos talleres les fue vetado, acabaron accediendo a alguno, como fue el caso de Marianne Brandt en el de Metales o Alma Buscher en el de Carpintería.
Sin embargo, las mujeres eran el reclamo para ganar adeptos, tal y como se expresaba en la revista nº 4 de 1828, cuando Hans Meyer tomó posesión.
Tras el cierre definitivo de la Bauhaus, varios estudios muestran la gran tenacidad y talento de estas mujeres que les posibilitó superar discriminaciones y restricciones sufridas a lo largo de los años.
En resumen, de los 1929 estudiantes de la Bauhaus, 1288 alumnos y 641 alumnas, titularon 135 alumnos y 50 alumnas.
A pesar de la política de exclusión de las mujeres que se siguió en la Bauhaus, algunas mujeres han logrado que apenas se pueda pasar por alto su nombre incluso hoy. Sus trabajos han causado una gran impresión en el mundo del diseño y la industria. Pero ¿cómo les fue realmente a las mujeres en la Bauhaus? Si miramos la historia desde la perspectiva de las mujeres, estas comienzan sus carreras en la Bauhaus llenas de ilusiones y esperanzas que chocan con viejos modelos a seguir. El matrimonio y la formación de una familia significaron el final de sus carreras para los artistas. A pesar del desarrollo político actual, la opresión de las mujeres y la clásica división de roles, las mujeres de la Bauhaus siguieron adelante y llevaron las inspiradoras ideas de la Bauhaus al mundo. Las mujeres descubrieron el deseo de expresarse y presentarse a sí mismas. La Bauhaus siguió siendo patriarcal hasta el final de sus días.
La promesa de la igualdad absoluta atrajo a muchas mujeres a la Bauhaus. Casi 500 artistas estudiaron en la legendaria escuela y lograron logros revolucionarios. Sin embargo, todavía están a la sombra de sus colegas masculinos hasta el día de hoy. Las mujeres de la Bauhaus han moldeado de manera decisiva nuestra visión actual. Es hora de finalmente contar sus historias también, porque son modelos a seguir tanto como mujeres como artistas; pioneras valientes e inspiradoras de la modernidad. En los años veinte era naturalmente tentador para las mujeres jóvenes, cuyo mundo se había expandido en este punto, salir del ámbito del ama de casa y el matrimonio. Se sentían atraídas por visitar la Bauhaus. Por esta razón, la Bauhaus tenía inicialmente más alumnas que estudiantes varones.
Algunas mujeres consiguieron escapar al textil y destacaron en otros ámbitos, como es el caso de Grete Heymann-Marks o Marianne Brandt. La primera se dedicó a la cerámica y como señala Vadillo “La calidad de sus piezas le ha llevado a estar presente en algunos de los museos internacionales más destacados tanto de cerámica, como de artes decorativas o diseño.” y Marianne Brandt inició sus estudios de pintura y escultura en 1911 en la Escuela Superior de Bellas Artes de Weimar. Ingeniera industrial, fotógrafa, pintora, Marianne Brandt fue una mujer inquieta que se pasó toda su vida inventando objetos útiles y plasmando la realidad de su tiempo. Algo que sus colegas masculinos no siempre se lo pusieron fácil. Primera mujer en entrar al Taller de Metales. Sucede a Moholy-Nagy como Directora de Metalurgia. Su total integración en lo que significó la escuela y su producción en uno de los talleres más masculinos –el de metal- la convierten en uno de los talentos más representativos del ideal allí imperante a partir de 1923: “arte y tecnología, una nueva unidad” . Una artista multidisciplinar, una mujer fuera de serie como todas sus compañeras. Diseñó teteras, lámparas y un sinfín de objetos de diseño de extraordinarias formas. Se autorretrató en cientos de imágenes que hoy son historia de los años 20 y 30 y su mayor logro fue aunar industria, arte y diseño en piezas que beben del constructivismo y la abstracción geométrica, esenciales y poéticas al mismo tiempo. Brandt fue, sin ninguna duda, una de las grandes revolucionarias del diseño de entreguerras, y una de las pocas mujeres que supo, a codazos, cambiar la historia de la industria y el arte.
Alma Buscher. Se formó en la Bauhaus de Weimar. Es aceptada en el taller de tejido, pero consiguió el cambio al taller de escultura en madera. Sus diseños fueron dirigidos al mundo infantil, en el campo del mobiliario y juguetes. Y, por tanto, aportó ideas muy innovadoras al diseño de mobiliario infantil y de juguetes. Innovación cuyo punto de partida fue su investigación en pedagogía infantil, partiendo sobre todo de la obra de Friedrich Fröbel. En el caso del mobiliario su obra más significativa la encontramos en la Casa Modelo (Haus am Horn) que realizó la Bauhaus el año 1923.
Lilly Reich (1885-1947), mujer decidida, pionera desarrolló su gran talento durante los años de entreguerras, en el campo de la arquitectura de interiores, el diseño de exposiciones y mobiliario y del uso de nuevos materiales y nuevas tecnologías. Comenzó a trabajar en Viena (1908) con Josef Hoffmann, en 1912 se unió a la Deutscher Werkbund, siendo directora en 1922. Estrechamente fue colaboradora de Ludwig Mies van der Rohe, es conocida precisamente por esta relación, al mismo tiempo en que se desconocen sus aportaciones ya que muchas han sido atribuidas al arquitecto. Fue una de las diseñadoras con la que se han cometido las más grandes injusticias. Antes de ser maestra en la Bauhaus, diseñó muebles, interiores y vestuario.
Lilly Reich jugó un papel importante en la Bauhaus de Dessau y Berlín. Reich dirigió un estudio de arquitectura, diseño, textiles y moda en Berlín hasta su muerte en 1947.
Las mujeres de la Bauhaus también estuvieron presentes en el campo de la fotografía. Marianne Brandt y Florence Henri adoptaron la fotografía como medio experimental para recoger en imágenes las mujeres de su tiempo.
La Bauhaus se presenta con fotografías publicitarias de primer nivel. Una mujer que sabe de forma especial fotografiar con destreza la arquitectura y el diseño es Lucia Moholy. Realizó todas las fotografías que luego hicieron mundialmente famosa a la Bauhaus. Sin embargo, durante toda su vida estará a la sombra de su famoso marido. Las fotografías de Lucia Moholy se caracterizan por una objetividad precisa e inquietante. Como fotógrafa capacitada, no solo comparte sus conocimientos con su esposo, sino que también se encarga de su trabajo en el cuarto oscuro.
Sin las fotografías de Moholy, la identidad de la Bauhaus habría vivido únicamente a través de los recuerdos de quienes la vivieron, y del arte, el diseño y la arquitectura que nacieron de ella. Grete Stern fue una mujer muy innovadora en sus diferentes trabajos para la Bauhaus.
Desde el principio, su trabajo gozó de una cierta estima en el ámbito de las vanguardias. Junto con Ellen Rosemberg exploró una nueva forma de retratar a la mujer, también en personaje con la imagen de la Mujer Nueva que estaba emergiendo. Había una sutil ironía en su trabajo acerca de lo que se aceptaba y se esperaba de las mujeres, que era una marcada desviación de la imagen dominante de la mujer. La especialidad de Grete era el diseño gráfico y estaba más interesada en los aspectos formales de la fotografía. Ellen proporcionó los toques más sutiles, humorísticos e irónicos que desafiaron las representaciones tradicionales de las mujeres en la publicidad y el cine.
Otras fotógrafas fueron Florence Henri, Gertrud Arnt, Irene Hetch, Hilde Hubbush…
Josenia Hervás señala que “pocas mujeres se diplomaron en arquitectura, y todas lo hicieron bajo la dirección de Mies, otras muchas estudiaron sin titularse y trabajaron en la profesión después de dejar la Bauhaus.
Contra todo pronóstico, había estudiantes mujeres con un gran interés en la arquitectura, incluso antes de 1927, cuando se presentó oficialmente el departamento de construcción. En el período hasta 1927, la formación arquitectónica solo era posible en las oficinas de los directores ubicadas en la Bauhaus. Esto significa que solo ellos decidieron quién recibió dicha capacitación. Por lo general, no eran mujeres.
Solo cuatro estudiantes mujeres obtuvieron el diploma en arquitectura mientras existía la Bauhaus. Muchas estudiantes con el deseo de diseño tridimensional dejaron la Bauhaus sin un título.
Ursula Schneider llegó a la Bauhaus en 1927 con un diploma en arquitectura.
Hilde Reiss estudió en la Bauhaus de 1930 a 1932 y fue una de las cuatro licenciadas en arquitectura. En 1933 huyó de los nazis a Nueva York. Su fuerte influencia de la Bauhaus se hizo evidente de inmediato en su primera casa construida en 1936. Era tan radical que se consideró inverosímil en la década de 1970. Lotte Stam-Beese estudió en la Bauhaus de 1926 a 1929 y fue la primera estudiante en el departamento de construcción fundado en 1927. A partir de 1929 se trasladó parcialmente junto con Hannes Meyer desde Berlín a través de Brno a Moscú. Trabajó como arquitecta y urbanista.
Katt Both estudió en la Bauhaus desde 1924 y fue responsable de varios diseños de mobiliario y diseño de interiores. Deja la Bauhaus sin título.
Wera Meyer-Waldeck estudió de 1927 a 1932 (comenzó en el Taller de Carpintería en Dessau y se diplomó finalmente en arquitectura) en la Bauhaus y durante este tiempo diseñó todo el interior de la escuela federal ADGB en Bernau.
Realizó diseños de mobiliario lúdico infantil, diseño de interiores y viviendas. Estudió también pintura y construcción. Entre las obras de Meyer-Waldeck destacan las "viviendas piloto", en las que defendía que la distribución de los distintos espacios de cada vivienda, variaría según el tipo de familia que vaya a vivir en ella.
Estas son algunas de un total de 462 mujeres que enseñaron, estudiaron y crearon un innovador cuerpo de trabajo en la misma escuela y que, no fueron reconocidas ni valoradas y además, olvidadas. Es hora de recordarlas y situarlas en el justo lugar de la historia que les corresponde.

Conferencias Mujeres Célebres: Sor Juana Inés de la Cruz. Francisca Moreno

Sor Juana Inés de la Cruz.

 Razón y pasión: los caminos del deseo.

Paqui Moreno. Historiadora del Arte y profesora 

Noviembre, 2022

Sor Juana Inés de la Cruz es una figura sobradamente conocida. Fue famosa y reconocida ya en su tiempo y sigue siendo la gran figura del barroco en lengua castellana, a la altura de todos los grandes del Siglo de Oro.  Cuando tantos autores de éxito en su momento han caido  en el olvido, ella se sigue leyendo, su  teatro se sigue representando y su poesía, como ocurre con todos los clásicos, es absolutamente actual y nos sigue emocionando.

De su obra literaria les hablará con más solvencia que yo Toña en su intervención, yo trataré en estos minutos de presentarles la trayectoria vital de esta extraordinaria mujer que desborda los límites de su tiempo.

Ella es desde luego la gran excepción de la situación de la mujer en la historia de la cultura. Eduardo Galeano, en un artículo publicado en los primeros años de la década de los noventa, escribió: “...en su función tradicional la mujer es hija devota, abnegada esposa, madre sacrificada, viuda ejemplar. Ella obedece, decora, consuela y calla. En la historia oficial esta sombra fiel solo merece silencio, a lo sumo se le otorga una que otra mención a las mujeres de los próceres. Pero en la historia real otra mujer asoma por entre los barrotes de la jaula. A veces no ha habido más remedio que reconocer su existencia, es el caso de Sor Juana Inés de la Cruz, que ni ella misma, pudo evitarse tan alto y perturbador talento”.  Me parece un acierto genial la concisión con que la presenta Galeano: una mujer que ni ella misma pudo evitarse tan alto y perturbador talento. Un talento por el que fue ampliamente celebrada y apoyada, pero también mezquinamente censurada por los personajes más poderosos de las letras, la política y la Iglesia.

Si hay una figura femenina que a través del tiempo seduce poderosamente, esa es Juana Inés Ramírez de Asuaje. No es solamente la mujer de gran belleza que nos muestran sus retratos, ni es solamente una inmensa poeta y escritora de teatro y ensayo, tampoco es simplemente una monja, no es sólo una mujer sabia y un ejemplo raro de agudeza intelectual. Ella encarna el heroísmo de todas las luchas que a lo largo de la historia se han emprendido a favor de la libre determinación de los individuos. Su propia vida es un testimonio de los derechos del entendimiento, del derecho a pensar, y es también una apasionada acusación a quienes han pretendido mantener a la mujer en un sometimiento que restringe su valor intrínseco y sus derechos frente a la sociedad. Ninguna voz es más clara y precisa en su mundo y en su tiempo que la suya cuando defiende la dignidad de la mujer, el imperativo de su acceso al saber y su función insustituible en la educación de los pueblos. Excepcional desde todos los puntos de vista, sigue ejerciendo hoy un fuerte atractivo sobre quienes nos acercamos a su figura.

 Nació en 1648 o 1651, la fecha no se ha podido establecer de forma definitiva todavía, en la hacienda de San Miguel de Neplanta y, probablemente antes de que cumpliese los tres años, su madre la llevó a la hacienda de Panoayan en Amecameca, a no mucha distancia de la ciudad de México, el lugar situado en un bellísimo paisaje enmarcado entre dos volcanes, que siempre consideró su hogar y donde vivió la infancia en compañía de sus tíos y abuelos.

Sus abuelos eran andaluces, de San Lúcar de Barrameda, Doña Beatriz y don Pedro, quienes siendo muy jóvenes habían embarcado con rumbo a Nueva España, él viajaba solo para hacer fortuna y ella viajaba con sus padres. No sabemos la fecha de ese viaje ni si ya se conocían antes de partir o se conocieron en las incómodas jornadas compartidas en el barco, pero en algún momento se enamoraron y se casaron en 1604. Para cuando se celebró la boda, tanto él, tratante de ganado mayor y arrendatario de tierras de labor, como la familia de la novia que aportó una considerable dote, habían tenido éxito en sus respectivas empresas.

Los abuelos de Juana Inés tuvieron once hijos, siete hombres y cuatro mujeres, que fueron criollos por haber nacido en el virreinato, la pareja estableció haciendas en al menos tres lugares arrendando las tierras a los conventos que tenían la propiedad de las mismas, se relacionaron con las gentes principales de la comarca y tenían contactos en la corte. Sabemos que fueron un matrimonio feliz porque don Pedro en su testamento, además de las disposiciones prácticas para la herencia, manifiesta expresamente que había sido un hombre dichoso por haber tenido la suerte de compartir la vida con doña Beatriz. Por todo ello podemos asegurar que la niña Juana Inés nació y vivió su infancia en un entorno acomodado.

La madre de Juana Inés, Isabel Ramírez, nunca contrajo matrimonio pese a haber tenido dos parejas con quienes procreó al menos seis hijos. Permaneció analfabeta toda su vida por lo que jamás pudo leer ninguna obra de su célebre hija. Hay que destacar que su analfabetismo no fue excepcional, sino absolutamente común en las mujeres de su época, en su caso sorprende porque su padre, D. Pedro, además de emprendedor en los negocios, era un buen conocedor de los clásicos latinos y había reunido una biblioteca considerable. A pesar de no saber leer ni escribir, fue una mujer emprendedora y capaz, a la que su padre nombró en su testamento administradora de la hacienda, tarea que desempeñó eficazmente por más de treinta años.

A finales de los años cuarenta o principios de los cincuenta entró en la vida de Isabel Pedro de Asuaje, él tenía casi sesenta años y ella rondaba los veinticinco, tuvieron tres hijas: Josefa María, nuestro personaje de hoy, Juana Inés, y María. Su relación duró sólo unos cuantos años y tras su abandono, Isabel inició una relación con el capitán de lanceros Diego Ruiz Lozano Centeno con quien tuvo un hijo y dos hijas. Por consiguiente, tanto Juana Inés como sus hermanas y hermano fueron hijos ilegítimos. Esta situación familiar no era tan inusual ni tan indecorosa como lo ha sido en épocas posteriores, el amancebamiento entre criollos era muy común, Pilar Gozalbo Aizpuru, en su obra Familia y orden colonial, afirma que casi la mitad de los nacimientos entre criollos eran ilegítimos.

Por todos estos hechos documentados, sabemos que Juana Inés, nació y vivió la infancia, en una zona rural, habitada sobre todo por indígenas, en las dos haciendas de su abuelo convivió con indios de los que aprendió el idioma nahuatl y con las familias de los esclavos africanos de las que absorbió sus ritmos. Muy temprano descolló su excepcional talento por el que se la conoció como “la niña prodigio de América”. En su único texto autobiográfico: Respuesta a sor Filotea de la Cruz, ella misma nos cuenta cómo aprendió a leer.

“... no había cumplido los tres años de edad cuando, enviando mi madre a una hermana mía, mayor que yo, a que se enseñase a leer a una de las que llaman Amigas, me llevó a mí tras ella el cariño y la travesura; y viendo que la daban lección me encendí yo de manera en el deseo de saber leer, que engañando, a mi parecer, a la maestra, la dije que mi madre ordenaba me diesen lección. Ella no lo creyó, porque no era creíble, pero, por complacer el donaire, me la dio. Proseguí yo en ir y ella en enseñarme, ya no de burlas, porque la desengañó la experiencia; y supe leer en tan breve tiempo, que ya sabía cuando lo supo mi madre, a quien la maestra lo ocultó por darle el gusto por entero y recibir el galardón por junto; y yo lo callé, creyendo que me azotarían por haberlo hecho sin orden. Aún vive la que me enseñó (Dios la guarde), y puede testificarlo.”

Este hecho, que Sor Juana describe como una pequeña travesura, revela mucho de su carácter, cuyos rasgos esenciales fueron la curiosidad, la determinación y la fascinación por la aventura intelectual. Con esta transgresión inició literalmente su carrera hacia el conocimiento. Además de muy curiosa, fue Juana Inés una perfeccionista. Por aquellos años, según nos cuenta ella misma, se abstuvo sistemáticamente de comer queso porque alguien le dijo que afectaba a su habilidad de aprender, seguramente en esta conducta se halla en germen el autocontrol que mostró al final de su vida, cuatro décadas después.

Apenas con siete años de edad, tuvo el primer triunfo poético, componiendo por encargo del párroco de Amecameca, para la fiesta del Santísimo Sacramento una loa con todas las cualidades métricas que se requerían. Lógicamente para que una composición como esta le fuera encargada a una niña, ya tenía que haber comenzado a correr la fama de su precocidad literaria. En la respuesta a sor filotea nos habla así de su amor al estudio:

“Teniendo yo como seis o siete años, y sabiendo ya leer y escribir, con todas las otras habilidades de labores y costuras que deprenden las mujeres, oí decir que había universidad y escuelas en que se estudiaban las ciencias, en México; apenas lo oí cuando empecé a matar a mi madre con instancias e importunos ruegos sobre que, mudándome el traje, me enviase a México, en casa de unos deudos que tenía, para estudiar y cursar la universidad; ella no lo quiso hacer, e hizo muy bien, pero yo despiqué el deseo en leer muchos libros varios que tenía mi abuelo, sin que bastasen castigos ni reprensiones a estorbarlo: De manera que cuando vine a México, se admiraban, notando del ingenio, cuánto de la memoria y noticias que tenía en edad que parecía que apenas había tenido tiempo para aprender a hablar”.

En 1655 murió su abuelo y su madre, abandonada ya por Pedro de Asuaje, empezó su relación con el capitán de lanceros Diego Ruiz de quien tuvo su primer hijo al año siguiente. Por esas fechas envió a Juana Inés, a vivir a Méjico bajo la tutela de su hermana María, casada con D. Juan de Mata. Los Mata eran ricos comerciantes y estaban muy bien relacionados con la corte, en su casa además de aplicarse al estudio, aprendió contabilidad y economía, se relacionó con las familias más acomodadas y pronto fue famosa en la ciudad por su inteligencia. 

 En 1664, fue destituido el corrupto conde de Baños y los nuevos virreyes, el Marqués de Mancera don Antonio Sebastián de Molina y Salazar y su esposa, doña Leonor de Carreto, cuando llegaron a la ciudad de Méjico, ya habían oído hablar de ella y quisieron conocerla. Los dos eran hábiles y experimentados políticos, su virreinato que duró diez años y se distinguió por su refinamiento cultural. Doña Leonor y Juana Inés desarrollaron una muy buena relación, fue nombrada dama de honor en la corte y, con trece o diez y seis años, se trasladó a vivir al palacio virreinal donde la joven impresionó tanto por su belleza como por su inteligencia. En la corte pudo observar la ambición de las élites, las corruptelas de los funcionarios, el clientelismo y las aspiraciones de un sinfín de cortesanos. No sólo aprendió a vivir con su refinado protocolo, también aprendió a tratar con los poderosos, estableciendo una red de contactos con gente riquísima que después le sería de gran utilidad. En poco tiempo se ganó el afecto de los Virreyes, con tacto y prudencia supo darse a querer teniendo ya plena conciencia del mecanismo que rige el favor de los poderosos.

En el palacio virreinal conoció al jesuita Antonio Núñez de Miranda, confesor y consejero de los virreyes, el hombre más inteligente y culto de Nueva España al que llamaban “biblioteca viva de los jesuitas” y “oráculo universal” quien, deslumbrado por la inteligencia de la muchacha, pagó al bachiller Martín Olivas para que le enseñara latín y ella lo aprendió en veinte lecciones. Otra anécdota que nos ilustra sobre su carácter y su nivel de autoexigencia es que para aprovechar estas lecciones, ella misma se imponía castigar su belleza, sabiendo que su melena era uno de sus principales atractivos y se cortaba el pelo si no conseguía avanzar al exigente ritmo que ella misma se imponía. Este rigor para consigo misma también le sirvió para triunfar sin un linaje que la respaldara en la corte más importante de América.  Estas veinte lecciones de latín y las de la maestra de la escuelita de Amacameca que le enseñó a leer fueron su única educación reglada, todo lo demás fue constancia autodidacta, tenacidad del deseo. Lo destaco porque se ha hecho tanto hincapié en la inteligencia de Sor Juana Inés que a menudo se olvida este aspecto, su aplicación y su esfuerzo constantes en el estudio.

Su genialidad causaba admiración, envidia e incluso miedo, el arzobispo de Méjico llegó a poner en duda que todo ese conocimiento fuera natural y no sobrenatural en una mujer, con lo que eso significaba en esta época en que la Inquisición era tan activa. Para zanjar la cuestión, el Marqués de Mancera organizó una sesión pública en la que cuarenta sabios la sometieron a examen en distintas materias: Teología, Historia, Literatura, Matemáticas y Ciencias. Años después, ya en Madrid, el propio marqués describiría así lo que pasó ese día en una sala de su palacio: “A la manera que un galeón real se defendería de pocas chalupas que le envistieran, así se desembarazada Juana Inés de las preguntas, argumentos y réplicas que tantos, cada uno en su clase, le propusieron”.

Pero este examen que le proporcionó tanta fama y elogios, también aceleró la decisión que ella sabía que tenía que tomar: matrimonio o convento.  Para su desmesurada afición al estudio y a las letras, la celda de un convento era lo más cercano a los templos del saber, cuyas puertas estaban cerradas a las mujeres.  Optó pues, por el convento y, aconsejada por el padre Núñez de Miranda que ya era su confesor, entró el domingo 14 de agosto de 1667 en la orden de carmelitas descalzas, pero, seguramente por el rigor de la misma (mala alimentación, muchas horas de tareas domésticas y oración y pocas o ninguna de estudio) cayó gravemente enferma y, por indicaciones del médico, en noviembre del mismo año abandonó el convento para ingresar tres meses después, en febrero de 1668, en una orden menos severa,  en el convento de Santa Paula de monjas jerónimas donde profesó un año después, no sabemos qué enfermedad padeció en las carmelitas, posteriormente estuvo gravemente enferma de tabardillo (tifus) y períodos continuos de salud frágil marcaron ya su vida. 

Al contrario que en el de carmelitas, en el convento de jerónimas regía la “vida particular”, es decir, que tras las tareas comunitarias, las monjas disponían libremente de su tiempo, la regla era menos rigurosa y la mayoría de las celdas eran de dos pisos con alcoba, estudio, estancia, cocina, baño y habitación para la servidumbre. La dote para el ingreso era de 3000 pesos en oro que pagó su padrino don Pedro Velázquez de la Cadena, su madre le regaló una esclava para su servicio y su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, costeó la fiesta a la que asistieron los virreyes y las personas más destacadas de la Iglesia y el poder civil. Las jerónimas estaban sumamente contentas, pues no había otro convento en Nueva España que contase con una religiosa entre sus filas que tuviera acceso directo al oído de los virreyes.

El mismo año en que profesó, fue también el año de su entrada oficial en el mundo de las letras. Pensemos que autores tan precoces como Góngora o Quevedo no habían conseguido publicar sus poemas a tan temprana edad como sor Juana Inés vio impreso el suyo, con diez y seis o diecinueve años, según la fecha de nacimiento que se tome.

Durante los diez primeros años de su estancia en el convento, dos hombres de gran prestigio intelectual y enorme poder en la Iglesia novohispana fueron los que más influyeron en la vida de sor Juana, por un lado su confesor, Antonio Núñez de Miranda que desaprobaba cualquier actividad mundana de su hija espiritual,  y por otro el arzobispo de Méjico y virrey durante unos años, fray Payo Enríquez de Ribera, admirador y protector de la monja, bajo cuya autoridad directa estaba el convento de San Jerónimo, que la apoyaba en su afán por el estudio y la animaba a defenderse de las críticas que la mediocridad y la envidia le procuraban con frecuencia dentro y fuera del convento.  Entre estas dos personalidades tan distintas, uno jesuita y otro agustino, forjó sor Juana su manera tan particular de lo que significaba ser esposa de Cristo.

Cuando Fray Payo solicitó volver a España, los nuevos virreyes serían Tomás Antonio de la Cerda Enríquez de Ribera y María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, marqueses de Laguna, personajes de gran importantes la vida de Juana Inés, sobre todo la condesa, mujer sumamente culta y escritora también, de la misma edad que ella con la que estableció una estrecha amistad que pervivió aún después del regreso de los marqueses a España donde María Luisa Manrique se ocupó de que la obra de la monja se publicara y se conociera en la corte desde donde se difundió por todos los territorios del Imperio. En su doble cargo, los marqueses, sucedieron a Fray Payo como virreyes, pero como arzobispo lo sucedió el clérigo Francisco Aguilar y Seijas, ascético y moralista, de carácter diametralmente opuesto al culto y refinado fray Payo, severo e intransigente, veía incompatible la condición de religiosa de sor Juana Inés con el carácter profano de gran parte de su obra lo que, a la larga, tendrá consecuencias importantes en la vida de la monja.

La llegada de los marqueses de Laguna fue importante para la proyección y el prestigio de Sor Juana desde antes de que se conocieran porque para el recibimiento de los virreyes se realizaron dos arcos de triunfales y el encargo de su diseño y su programa iconográfico recayó en las dos mentes más privilegiadas de su generación. El cabildo civil encargó el que se levantó frente al palacio virreinal al jesuita Carlos de Sigüenza y Góngora, sobrino de nuestro poeta Luis de Góngora, amigo de sor Juana y asiduo visitante de su locutorio. El que se levantó frente a la catedral, se encargó a sor Juana, no sin reticencia de varios canónigos que no veían apropiado hacer un encargo de esa envergadura a una mujer, pero ella declinó hacerse cargo temiendo lo que su director espiritual opinaría al respecto. Fray Payo, en su doble condición de virrey y arzobispo impuso a la monja hacerse cargo de este proyecto, considerando que era la persona más capaz de llevarlo a cabo. Sor Juana se vio obligada a aceptarlo, sabiendo que su confesor no lo aprobaría, y teniendo muy poco tiempo para ejecutar un proyecto en el que intelectualmente se jugaba tanto, porque además del diseño de las imágenes y los poemas explicativos que las acompañaban en el arco, había que redactar un libro de bienvenida que sería entregado a los virreyes explicando el programa iconográfico. El tema que eligió fue Neptuno, rey de las aguas, como alegoría de los condes de la Laguna en torno al cual redactó  un ensayo en el que brilló su erudición y su  dominio del lenguaje en el barroquismo propio de la época.

El Neptuno Alegórico disparó su prestigio, pero la falta de sumisión a sus directrices incomodaron a su confesor hasta el extremo de asegurarle que perdería su alma y criticar su dedicación a las letras profanas en público entre su círculo de amigos, cuando lo supo Sor Juana decidió romper con él y lo hizo por escrito  en una valiente carta, en la que argumentó una a una sus razones y sus derechos y, aunque por haber roto con el padre Antonio no se vio libre de agresiones y contrariedades que siguieron llegando revueltas con los aplausos, sí logró con este gesto valiente un triunfo a favor de la libertad personal, ese valor imponderable, cuya encendida defensa bastaría para situarla entre las mujeres más notables de la historia. Libre ya de ataduras, en los diez años siguientes desarrolló lo más notable de su producción literaria.

Además del prestigio, el Neptuno Alegórico le supuso un ingreso de doscientos pesos, una cantidad importante, para hacernos una idea del valor en la época, diez años después compró una segunda celda por trescientos pesos. Hay que destacar que Sor Juana Inés fue una monja rica. Tenía ingresos regulares escribiendo por encargo villancicos y autos sacramentales para las catedrales de Méjico, Puebla y Oaxaca, poemas laudatorios y obras de teatro para representar en el palacio virreinal o en las casas nobles de la ciudad de Méjico. Invertía su dinero y también el de algunos de sus familiares con habilidad. En el convento, desempeñó diversos cargos, fue archivera, despensera, encargada de las compras de suministros, y a principios de los años ochenta cuando los ingresos habían caído drásticamente en San jerónimo y la situación económica era angustiosa, las monjas recurrieron a ella que fue elegida contadora, cargo que se renovaba cada tres años y para el que siempre fue reelegida hasta su muerte. Los conventos en Nueva España funcionaban como organismos financieros y prestamistas, Sor Juana Inés en poco tiempo reorganizó las inversiones y mejoró las rentas del convento, lo que nos da idea de su habilidad para la administración y la contabilidad.

            En veinticinco años reunió en su celda, además de un número considerable de aparatos científicos e instrumentos musicales, una biblioteca de cuatro mil volúmenes, según su primer biógrafo Diego Calleja, aunque el número parece exagerado, de lo que no cabe duda es de que la suya fue una de las biblioteca privadas más importantes de la época, invirtió mucho dinero en ella aunque no todos sus libros los compraba porque, como desde muy joven era la mejor sonetista de América y una autoridad intelectual, tanto autores como editores enviaban como regalo lo que publicaban esperando un comentario suyo.

Apartada como mujer de las cátedras universitarias donde se impartía el conocimiento, mantuvo durante muchos años el locutorio más activo de Nueva España al que acudía la flor y nata de la sociedad y de la intelectualidad: teólogos, poetas, estudiantes, músicos, misioneros, gobernantes, astrónomos… Unos para probar la consistencia cultural de sor Juana Inés, otros para incrementar sus conocimientos con las informaciones que la monja les podía proporcionar y los más para disfrutar de su conversación. El enorme conocimiento que acumuló y compartió una y otra vez con sus amigos, no fue el único elemento que los llevaba al locutorio. Numerosos testimonios afirman que, si escribía bien, era mayor placer escucharla. Podía en una misma tertulia hablar de las enrevesadas disputas teológicas de la época y minutos después improvisar versos en español, en nahuatl o en latín.

Estando en la cumbre de su fama, cuando su libro Inundación Castálida  se había reeditado hasta cuatro veces en un año en España y recibía cartas de Lima, y Portugal celebrando su ingenio, su arte y su ambición de gloria,  algo muy  grave sucedió en la vida de sor Juana para que, en febrero de 1693, decidiera volver a pasar por el año de noviciado y suspendiera sus contactos con el mundo exterior.

El hecho desencadenante de este drástico cambio de vida ocurrió precisamente en el locutorio, En una de sus disertaciones rebatió los argumentos del padre Vieria, un jesuita portugués y una autoridad en cuestiones teológicas, con argumentos tan impecables que alguno de los discípulos intelectuales que acudían a aprovechar sus conocimientos, le pidió que se los pusiera por escrito para estudiarlos. No sabemos quién se lo pidió, pero debió ser un asiduo y persona de confianza porque lo complació, tampoco sabemos cómo este escrito llegó a las manos del obispo de Puebla que, sin su conocimiento ni su autorización, lo publicó con el título de Carta Atenagórica, (es decir carta de Atenea, la diosa pagana de la sabiduría). En la misma publicación la reconvenía pública y severamente, la amenazaba con la perdición eterna por atreverse a tratar de teología, y lo hizo de forma torticera, porque en lugar de hacerlo como sacerdote lo hacía como monja, Sor Filotea de la Cruz. Todo el mundo y Sor Juana también, sabían que se trataba de un pseudónimo para hacer más humillante la situación.

Bien sabía sor Juana que si el mundo la aclamaba era por el esplendor de su talento, pero también sabía que ese brillo suele cegar a los mediocres. Tardó tres meses en contestar, tres meses en que se acumularon nuevos ataques en su contra, por eso en la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, no se limitó a contestar la misiva del obispo. En ese documento que es único en la literatura española, sor Juana responde a todos sus impugnadores, denuncia la cerrazón lamentable del tiempo en que vivió y levanta la voz para defender la libre determinación de los individuos y el respeto debido al entendimiento. La Respuesta a Sor Filotea es una deliciosa autobiografía, el más vivo, el más cálido y el más equilibrado de sus escritos en prosa y en opinión de Alberto Salceda, la Carta Magna de la libertad intelectual de las mujeres de América.

Pero en algún punto de este proceso seguido con agudo interés por sus seguidores y sus detractores, la presión la quebró, dejó de escribir, se reconcilió con su confesor, el ya muy anciano Antonio Núñez y, tras un segundo noviciado, renovó los votos. Las cinco “protestas de fe” que redactó y firmó con su sangre para esta segunda profesión en 1694 son sus últimos escritos conocidos.

Según sus primeros biógrafos, donó sus libros, sus joyas, sus instrumentos científicos y musicales a los pobres y dedicó sus dos últimos años a la penitencia y la oración hasta que murió víctima de la peste en 1695. Pero investigaciones más recientes ponen en duda esa versión, el hecho de que siguiera haciendo préstamos particulares con su dinero, que le pidiera al menos a dos hermanas monjas que le guardaran cantidades importantes de dinero en sus celdas hacen pensar que no se desprendió de sus bienes, y de sus bienes más preciados, por propia voluntad.

Francisco Ramírez Santacruz en una publicación de 2019, sostiene que el arzobispo Seijas, que desaprobaba abiertamente su dedicación al estudio, bajo cuya autoridad directa estaba y la tenía desde hacía años en el punto de mira, aprovechó la polvareda levantada por Sor Filotea para confiscar sus bienes, pues fue él quien se encargó de liquidarlos y asignar las ganancias a las distintas obras benéficas que sostenía.

Sea como fuere, sus dos últimos años de vida fueron de silencio, y aunque muchas de sus obras se han perdido o no han aparecido aún, su prestigio no ha parado de crecer, porque la grandeza de sor Juana estriba más que en lo que escribió en lo que siempre quiso ser, mujer libre, develadora de misterios, cultivadora fiel del entendimiento. Ella misma es la obra, el triunfo de la determinación personal.

 

           

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