Las mujeres olvidadas de la Bauhaus. Toña Pascual

Las mujeres olvidadas de la Bauhaus. Toña Pascual

La Bauhaus fue una escuela de arte, diseño y arquitectura fundada en 1919 por Walter Gropius. En su Manifiesto publicado en ese año, Walter Gropius afirmó que su objetivo para esta escuela era «crear un nuevo tipo de artesano sin la distinción de clase que divide al artista del artesano »: “arquitectos, escultores, pintores, ¡todos somos artesanos!, afirmó.
La Bauhaus prometió construir una sociedad moderna y abierta con la promesa de una igualdad real entre los sexos. Sin embargo, esta imagen transmitida de las mujeres en los años veinte representa un mito controvertido que se refiere principalmente a la superficie y lo externo. El manifiesto incluía los objetivos, la oferta educativa y el currículum, y también las normas de admisión. Los estudios sobre el tema aportan datos de una respuesta muy efusiva a esta convocatoria. Gropius señaló que "toda persona inocente es admitida independientemente de su edad y género, cuya educación previa sea considerada suficiente por el Consejo de Maestros de la Bauhaus y hasta donde el espacio lo permita”. Pero en este primer discurso atacó explícitamente a las mujeres: "No hay diferencias entre el sexo bello y el fuerte”. Igualdad absoluta, pero también absolutamente los mismos deberes en el trabajo de todos los artesanos". En su primera estimación, se esperaban cincuenta mujeres y cien hombres.
Sin embargo, en el semestre de verano de 1919, ochenta y cuatro mujeres y setenta y nueve hombres se matricularon en la Bauhaus de Weimar , aunque sus carreras resultaron muy diferentes. Este enorme éxito cogió tan de sorpresa a los organizadores que 1920 Gropius, sobrepasado por tal afluencia de alumnas, se desdice de sus postulados y considera necesario “… un severo proceso de selección, en el preciso momento de la aceptación, particularmente para el sexo femenino, cuyo número es excesivo” . Y es a partir de este momento cuando empiezan a surgir los obstáculos para ellas. “Profesores y directivos hacían acciones para impedir o dificultar que las mujeres accedieran a distintos talleres reforzando los estereotipos de género. Por ejemplo, evaluaron cobrarles una cuota más alta o en el cursillo de ingreso, les ponían calificaciones menores” . Los estudios se organizaban en torno a diferentes talleres. Antes de ser aceptados en la Bauhaus, todos los estudiantes tenían que completar el curso preliminar y tras ello eran orientados a uno u otro, aunque a las mujeres se las relegó básicamente al textil o de cerámica, sin tener en cuenta sus aspiraciones artísticas. El siguiente inconveniente tiene lugar cuando el Consejo de Maestros decidió otra medida discriminatoria: “con la finalización del curso preliminar, no debe haber experimentos innecesarios y las mujeres deben ser dirigidas a los talleres de: tejido, encuadernación o cerámica” pues temían la gestación de una “asociación negativa de artes y oficios y arte femenino”. Esta limitación las perjudicó directamente en su formación en general y, sobre todo, en arquitectura. En 1922 otros dos hechos las dividió todavía más: el cierre del Taller de Encuadernación y la decisión del director del Taller de cerámica de “no aceptar mujeres en el taller por el bien de ellas y por el bien del taller” .Esta exclusión tenía como finalidad negarles su formación en arquitectura. Así que fueron relegadas a dicho Taller Textil y de este modo “su destino allí estaba marcado por su género desde un primer momento”
Pero ellas aceptaron maravillosamente su situación, se conformaron con poder acceder a la Escuela, y así formarse, aunque no obtuviesen un título profesional. Eran unas excelentes trabajadoras, disciplinadas, colaboradoras y, sobre todo, innovadoras. Hubo algunas mujeres que, a pesar de que su acceso a ciertos talleres les fue vetado, acabaron accediendo a alguno, como fue el caso de Marianne Brandt en el de Metales o Alma Buscher en el de Carpintería.
Sin embargo, las mujeres eran el reclamo para ganar adeptos, tal y como se expresaba en la revista nº 4 de 1828, cuando Hans Meyer tomó posesión.
Tras el cierre definitivo de la Bauhaus, varios estudios muestran la gran tenacidad y talento de estas mujeres que les posibilitó superar discriminaciones y restricciones sufridas a lo largo de los años.
En resumen, de los 1929 estudiantes de la Bauhaus, 1288 alumnos y 641 alumnas, titularon 135 alumnos y 50 alumnas.
A pesar de la política de exclusión de las mujeres que se siguió en la Bauhaus, algunas mujeres han logrado que apenas se pueda pasar por alto su nombre incluso hoy. Sus trabajos han causado una gran impresión en el mundo del diseño y la industria. Pero ¿cómo les fue realmente a las mujeres en la Bauhaus? Si miramos la historia desde la perspectiva de las mujeres, estas comienzan sus carreras en la Bauhaus llenas de ilusiones y esperanzas que chocan con viejos modelos a seguir. El matrimonio y la formación de una familia significaron el final de sus carreras para los artistas. A pesar del desarrollo político actual, la opresión de las mujeres y la clásica división de roles, las mujeres de la Bauhaus siguieron adelante y llevaron las inspiradoras ideas de la Bauhaus al mundo. Las mujeres descubrieron el deseo de expresarse y presentarse a sí mismas. La Bauhaus siguió siendo patriarcal hasta el final de sus días.
La promesa de la igualdad absoluta atrajo a muchas mujeres a la Bauhaus. Casi 500 artistas estudiaron en la legendaria escuela y lograron logros revolucionarios. Sin embargo, todavía están a la sombra de sus colegas masculinos hasta el día de hoy. Las mujeres de la Bauhaus han moldeado de manera decisiva nuestra visión actual. Es hora de finalmente contar sus historias también, porque son modelos a seguir tanto como mujeres como artistas; pioneras valientes e inspiradoras de la modernidad. En los años veinte era naturalmente tentador para las mujeres jóvenes, cuyo mundo se había expandido en este punto, salir del ámbito del ama de casa y el matrimonio. Se sentían atraídas por visitar la Bauhaus. Por esta razón, la Bauhaus tenía inicialmente más alumnas que estudiantes varones.
Algunas mujeres consiguieron escapar al textil y destacaron en otros ámbitos, como es el caso de Grete Heymann-Marks o Marianne Brandt. La primera se dedicó a la cerámica y como señala Vadillo “La calidad de sus piezas le ha llevado a estar presente en algunos de los museos internacionales más destacados tanto de cerámica, como de artes decorativas o diseño.” y Marianne Brandt inició sus estudios de pintura y escultura en 1911 en la Escuela Superior de Bellas Artes de Weimar. Ingeniera industrial, fotógrafa, pintora, Marianne Brandt fue una mujer inquieta que se pasó toda su vida inventando objetos útiles y plasmando la realidad de su tiempo. Algo que sus colegas masculinos no siempre se lo pusieron fácil. Primera mujer en entrar al Taller de Metales. Sucede a Moholy-Nagy como Directora de Metalurgia. Su total integración en lo que significó la escuela y su producción en uno de los talleres más masculinos –el de metal- la convierten en uno de los talentos más representativos del ideal allí imperante a partir de 1923: “arte y tecnología, una nueva unidad” . Una artista multidisciplinar, una mujer fuera de serie como todas sus compañeras. Diseñó teteras, lámparas y un sinfín de objetos de diseño de extraordinarias formas. Se autorretrató en cientos de imágenes que hoy son historia de los años 20 y 30 y su mayor logro fue aunar industria, arte y diseño en piezas que beben del constructivismo y la abstracción geométrica, esenciales y poéticas al mismo tiempo. Brandt fue, sin ninguna duda, una de las grandes revolucionarias del diseño de entreguerras, y una de las pocas mujeres que supo, a codazos, cambiar la historia de la industria y el arte.
Alma Buscher. Se formó en la Bauhaus de Weimar. Es aceptada en el taller de tejido, pero consiguió el cambio al taller de escultura en madera. Sus diseños fueron dirigidos al mundo infantil, en el campo del mobiliario y juguetes. Y, por tanto, aportó ideas muy innovadoras al diseño de mobiliario infantil y de juguetes. Innovación cuyo punto de partida fue su investigación en pedagogía infantil, partiendo sobre todo de la obra de Friedrich Fröbel. En el caso del mobiliario su obra más significativa la encontramos en la Casa Modelo (Haus am Horn) que realizó la Bauhaus el año 1923.
Lilly Reich (1885-1947), mujer decidida, pionera desarrolló su gran talento durante los años de entreguerras, en el campo de la arquitectura de interiores, el diseño de exposiciones y mobiliario y del uso de nuevos materiales y nuevas tecnologías. Comenzó a trabajar en Viena (1908) con Josef Hoffmann, en 1912 se unió a la Deutscher Werkbund, siendo directora en 1922. Estrechamente fue colaboradora de Ludwig Mies van der Rohe, es conocida precisamente por esta relación, al mismo tiempo en que se desconocen sus aportaciones ya que muchas han sido atribuidas al arquitecto. Fue una de las diseñadoras con la que se han cometido las más grandes injusticias. Antes de ser maestra en la Bauhaus, diseñó muebles, interiores y vestuario.
Lilly Reich jugó un papel importante en la Bauhaus de Dessau y Berlín. Reich dirigió un estudio de arquitectura, diseño, textiles y moda en Berlín hasta su muerte en 1947.
Las mujeres de la Bauhaus también estuvieron presentes en el campo de la fotografía. Marianne Brandt y Florence Henri adoptaron la fotografía como medio experimental para recoger en imágenes las mujeres de su tiempo.
La Bauhaus se presenta con fotografías publicitarias de primer nivel. Una mujer que sabe de forma especial fotografiar con destreza la arquitectura y el diseño es Lucia Moholy. Realizó todas las fotografías que luego hicieron mundialmente famosa a la Bauhaus. Sin embargo, durante toda su vida estará a la sombra de su famoso marido. Las fotografías de Lucia Moholy se caracterizan por una objetividad precisa e inquietante. Como fotógrafa capacitada, no solo comparte sus conocimientos con su esposo, sino que también se encarga de su trabajo en el cuarto oscuro.
Sin las fotografías de Moholy, la identidad de la Bauhaus habría vivido únicamente a través de los recuerdos de quienes la vivieron, y del arte, el diseño y la arquitectura que nacieron de ella. Grete Stern fue una mujer muy innovadora en sus diferentes trabajos para la Bauhaus.
Desde el principio, su trabajo gozó de una cierta estima en el ámbito de las vanguardias. Junto con Ellen Rosemberg exploró una nueva forma de retratar a la mujer, también en personaje con la imagen de la Mujer Nueva que estaba emergiendo. Había una sutil ironía en su trabajo acerca de lo que se aceptaba y se esperaba de las mujeres, que era una marcada desviación de la imagen dominante de la mujer. La especialidad de Grete era el diseño gráfico y estaba más interesada en los aspectos formales de la fotografía. Ellen proporcionó los toques más sutiles, humorísticos e irónicos que desafiaron las representaciones tradicionales de las mujeres en la publicidad y el cine.
Otras fotógrafas fueron Florence Henri, Gertrud Arnt, Irene Hetch, Hilde Hubbush…
Josenia Hervás señala que “pocas mujeres se diplomaron en arquitectura, y todas lo hicieron bajo la dirección de Mies, otras muchas estudiaron sin titularse y trabajaron en la profesión después de dejar la Bauhaus.
Contra todo pronóstico, había estudiantes mujeres con un gran interés en la arquitectura, incluso antes de 1927, cuando se presentó oficialmente el departamento de construcción. En el período hasta 1927, la formación arquitectónica solo era posible en las oficinas de los directores ubicadas en la Bauhaus. Esto significa que solo ellos decidieron quién recibió dicha capacitación. Por lo general, no eran mujeres.
Solo cuatro estudiantes mujeres obtuvieron el diploma en arquitectura mientras existía la Bauhaus. Muchas estudiantes con el deseo de diseño tridimensional dejaron la Bauhaus sin un título.
Ursula Schneider llegó a la Bauhaus en 1927 con un diploma en arquitectura.
Hilde Reiss estudió en la Bauhaus de 1930 a 1932 y fue una de las cuatro licenciadas en arquitectura. En 1933 huyó de los nazis a Nueva York. Su fuerte influencia de la Bauhaus se hizo evidente de inmediato en su primera casa construida en 1936. Era tan radical que se consideró inverosímil en la década de 1970. Lotte Stam-Beese estudió en la Bauhaus de 1926 a 1929 y fue la primera estudiante en el departamento de construcción fundado en 1927. A partir de 1929 se trasladó parcialmente junto con Hannes Meyer desde Berlín a través de Brno a Moscú. Trabajó como arquitecta y urbanista.
Katt Both estudió en la Bauhaus desde 1924 y fue responsable de varios diseños de mobiliario y diseño de interiores. Deja la Bauhaus sin título.
Wera Meyer-Waldeck estudió de 1927 a 1932 (comenzó en el Taller de Carpintería en Dessau y se diplomó finalmente en arquitectura) en la Bauhaus y durante este tiempo diseñó todo el interior de la escuela federal ADGB en Bernau.
Realizó diseños de mobiliario lúdico infantil, diseño de interiores y viviendas. Estudió también pintura y construcción. Entre las obras de Meyer-Waldeck destacan las "viviendas piloto", en las que defendía que la distribución de los distintos espacios de cada vivienda, variaría según el tipo de familia que vaya a vivir en ella.
Estas son algunas de un total de 462 mujeres que enseñaron, estudiaron y crearon un innovador cuerpo de trabajo en la misma escuela y que, no fueron reconocidas ni valoradas y además, olvidadas. Es hora de recordarlas y situarlas en el justo lugar de la historia que les corresponde.

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