Narciso y Eco por Paqui Moreno

Narciso y Eco por Paqui Moreno

SOBRE METÁFORAS Y SABERES

A Liriope, la de cabellos de azul, había la cierta vez enlazado el río Cefiso en su sinuoso curso y, teniéndola prisionera de sus ondas le hizo violencia. Dotada de una gran belleza, Liriope concibió y dio a luz a un niño que, por ello, era digno de ser amado por todas las ninfas; ella lo llamó Narciso.

Ya a sus quince años el hijo de Cefiso resultó que en muchos jóvenes, en muchas muchachas hacía nacer el deseo; pero su belleza, tierna aún, ocultaba un tan empecinado orgullo, que jamás ni chicos ni chicas pudieron conmoverlo.

Un día en que acosaba hacia sus redes a temblorosos ciervos, cautivó las miradas de la ninfa de la voz sonora, que no sabe ni callarse cuando se le habla ni hablar la primera, la ninfa que repite los sonidos, Eco. En aquel tiempo, Eco tenía cuerpo; no era simplemente una voz y sin embargo su parlera boca no le servía más que para devolver, lo mismo que hoy, las últimas palabras de lo que se le decía.

Apenas vio, pues, a Narciso errando por los campos solitarios cuando, inflamada por el deseo, siguió furtivamente sus huellas; cuanto más las sigue más se acerca al fuego que la abrasa; el vivo azufre con que se unta el extremo de las antorchas no se enciende más deprisa en contacto con la llama.

Aconteció que el joven, separado de la pandilla de sus fieles compañeros, gritó: "¿Hay alguien donde estoy yo?" "Y o", respondió Eco. Lleno de estupor paseó él por todos lados la mirada. "¡Ven!", gritó ·a plena voz; a su llamada, otra llamada contestó. Volvióse y, al no ver a nadie: "¿Por qué -dijo­huyes de mí?" Le fueron devueltas tantas palabras como había pronunciado. Insiste y, confundido por la voz que parece alternarse con la suya: "¡Aquí! -continúa-¡Reunámonos!" A nada hubiera podido responder más gustosamente Eco: "¡Unámonos!", repite ella y, seducida por lo que acaba de decir, sale del bosque y quiere echar los brazos al tan anhelado cuello. Narciso huye, y al huir "¡Aparta esas manos con que me enlazas! -dice-¡antes la muerte que abandonarme a ti!" Despreciada, ocúltase en los bosques; bajo las frondas esconde su rostro sonrojado por la vergüenza, y desde entonces vive en antros solitarios; pero su amor se le quedó grabado en el corazón y la pena por haber sido rechazada no hizo sino acrecentarse. Loa tristeza que la mantiene insomne agota su cuerpo miserable, el adelgazamiento le deseca la piel y la savia de sus miembros se desvanece. Sólo le quedan la voz y los huesos; su voz permanece intacta y sus huesos adoptaron, según se dice, la forma de un peñasco. Oculta en los bosques, ya no se muestra más que en las montañas; pero todo el mundo la oye: un sonido, he aquí cuanto de ella sobrevive.

Al igual que esta ninfa, otras, y antes multitud de mancebos, se habían visto desdeñados por Narciso. Así, una de las víctimas de sus desaires, alzando las manos al cielo, exclamó: "¡Ojalá que él también ame y nunca pueda poseer al objeto de su amor!" Loa dioses acogieron esta justa súplica.

Había allí una fuente límpida cuyas aguas brillaban como la plata. El joven fatigado por la belleza del lugar y por la frescura de la fuente. Quiere apagar su sed, pero siente que le nace una sed nueva; mientras bebe, prendado de su propia imagen, que ve en el agua, se apasiona por una ilusión sin cuerpo, se extasía ante sí mismo; permanece inmóvil, con el rostro impasible, semejante a una estatua esculpida en mármol. Tendido en el suelo, contempla sus ojos, dos astros, su cabellera digna de Baco y no menos de Apolo, sus tersas mejillas, su cuello de marfil, su agraciada boca, su tez que une a su rosado encendido una nívea blancura; admira, en fin, cuanto le hace digno de admiración. Sin advertirlo, se desea a sí mismo; es el amante y el amado, el fin al cual sus ansias se dirigen; el fuego que trata de encender es el mismo que le consume. ¡ Cuántas veces besa en vano la fuente falaz! ¿Qué es lo que ve? Lo ignora, pero lo que ve le consume. El mismo error que engaña a sus ojos los excita. ¿Por qué, crédulo muchacho, te obstinas inútilmente en apoderarte de una imagen fugitiva? Lo que persigues no existe. Aquello que amas, bastará con que te des la vuelta para que se desvanezca. El fantasma que ves no es más que el reflejo de tu imagen, sin consistencia propia, acudió y permanece contigo aquí, contigo se alejará, si es que puedes alejarte.

Narciso muere, víctima de sus propios ojos. "¿Hubo alguna vez, oh bosques -dice- amante que sufriera un suerte más cruel? Un ser me atrae y lo veo, pero ese ser que veo y me atrae no lo puedo alcanzar, tan grande es el engaño que a mi amor contraría. Para colmo de dolor no hay entre nosotros ni vasto mar ni largos caminos, ni montañas, ni murallas de cerradas puertas. Es un poco de agua lo que nos separa. También él desea mi abrazo, pues cada vez que tiende mis brazos hacia esas límpidas aguas para el beso, él se esfuerza en elevar hacia mí su boca. Parece que pueda tocarlo, únicamente un débil obstáculo se interpone entre nuestro amor. Tu amistoso semblante alguna esperanza me inspira. Cuando te tiendo los brazos tú mismo me tiendes los tuyos. Cuando te sonrío, me sonríes. Hasta he visto a menudo correr tus lágrimas cuando lloraba yo. Pero este muchacho, soy yo. Lo he comprendido y mi imagen ya no me engaña más, ardo de amor por mí mismo, soy yo quien enciende la llama que llevo en el pecho. ¿Qué hacer? ¿Aguardar a que me imploren o implorar yo? ¿Qué favor implorar? Lo que deseo soy yo. Mi riqueza ha sido la causante de mis privaciones. ¿Qué no pueda yo separarme de mi cuerpo! Quisiera que lejos de mí se hallase aquel a quien amo. Ya el dolor consume mis fuerzas, poco me queda por vivir, me extingo en la flor de mi edad."

Sus hermanas, las Náyades, lo lloraron y, habiéndose cortado los cabellos, los consagraron a su hermano. Las Dríadas lo lloraron también. Eco repitió sus gemidos. Y a se preparaba la pira, las antorchas que se agitaban en el aire y las fúnebres angarillas, pero el cuerpo había desaparecido. En lugar del cuerpo, se encontró una flor del color del azafrán, cuyo centro estaba rodeado de blancos pétalos.

EXTRACTO DE LAS METAMORFOSIS DE OVIDIO.

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