Hace muchos años cuando todavía los pastores abundaban por las montañas de mi pueblo granadino, cuando había tanta necesidad que no teman que llevarse a la boca; volvían estos de su trabajo al atardecer y después de recoger el ganado se reunían en uno de los cortijos de aquellas sierras para cenar al calor de la lumbre. Comian casi siempre de cuchara, unas veces migas, otras guisado de patatas, pues no había mucho que elegir.
Uno de ellos acostumbraba a empezar a comer el primero por aquello de que "El que come primero come dos veces". Los compañeros le decían bastante mosqueados:
-"Pero chiquillo ¿no te quemas?. Sería mejor que esperases un poco a que se enfríe algo la comida".
Y el contestaba:
-"¡Que va! si sólo esta calentillo" .
Como esto se repetía una noche tras otra, tramaron darle una lección. Acordaron entre todos meter la. cuchara en el fuego, entre las ascuas, aprovechando un momento en que nuestro pastor salió a por leña y mientras los demás preparaban la mesa. Cuando regresó cogió su cuchara ya metida en la cazuela dispuesto a comer. Todas esperaban ansiosos el momento, pensando que a partir de aquella noche habría comida para todos. En la primera cucharada que este se metió en la boca exclamo:
-"¡Mecachis, hoy si esta caliente el guisado de papas! ¡Quema hasta la cuchara!".
Según contaban los compañeros la piel de la lengua quedó pegada a la cuchara y desde entonces se convenció de que era mejor esperar a que se enfriara la comida.
Mª Gracia Balderas.