FALLECE EN LONDRES LA PSICOANALISTA HANNA SEGAL

Nuestros amigos de la APM, Asociación Psicoanalítica de México comunican la triste noticia del fallecimiento, de Hanna Segal, psicoanalista considerada la maestra moderna del trabajo de Melanie Klein, que contribuyó al campo del psicoanálisis como una escritora prolífera e intérprete del trabajo de Klein. La psicoanalista, nacida en el año 1918 en Polonia, falleció el pasado 5 de julio de 2011 en Londres, a los 93 años de edad.

Noticia EnMemoria.com:

El pasado 5 de julio falleció en Londres la doctora Hanna Segal, médico, psiquiatra y eminente psicoanalista. Fue discípula de Melanie Klein, cuyas ideas difundió y desarrolló universalmente.

Nacida en Polonia, hija de familia judía, tuvo una infancia traumática. Su hermana de cuatro años murió cuando ella tenía dos, y vivió la separación temprana de sus padres durante un tiempo. A los trece años se instaló, junto a su familia, en Suiza. A los dieciséis decidió volver a su país para iniciar la carrera de Medicina y participar activamente en el partido socialista. Con la invasión de Polonia por Hitler, Segal se reencontró con sus padres en París y continuó sus estudios de Medicina. Con la entrada de los nazis en territorio francés huyó de nuevo con su familia a Gran Bretaña.

Acabó la carrera y se instaló en Londres, donde entró en contacto con el psicoanálisis, una de las principales pasiones de su vida. Sus aportaciones fundamentales al psicoanálisis se centran en la comprensión de la psicosis y la experiencia estética, mediante el desarrollo de los procesos de simbolización, al distinguir entre una forma primitiva que llama ecuación simbólica y otra madura, la representación simbólica. Ayudó a la aplicación del psicoanálisis en parcelas poco habituales como son, además de la psicosis, el tratamiento de pacientes de edad avanzada.

Además de ser sensible a otras expresiones de la mente como el arte y la literatura, junto a las manifestadas en la clínica con los pacientes, fue receptiva a los problemas acuciantes de la época, la política y las guerras. En el seno de la Asociación Psicoanalítica Internacional - de la que fue vicepresidenta-, fue cofundadora en 1983 del grupo de Psicoanalistas para la Prevención de la Guerra Nuclear. Para la reunión inaugural escribió un ya clásico trabajo en este campo: El silencio es el auténtico crimen.

Dedicó buena parte de su actividad a la enseñanza del psicoanálisis tanto en la Sociedad Psicoanalítica Británica, de la que fue presidenta, como en otras muchas sociedades europeas y americanas (del norte y del sur).

También en la Sociedad Española de Psicoanálisis varias generaciones de psicoanalistas tuvimos la fortuna de beneficiarnos de sus enseñanzas durante muchos años. Hanna Segal nos visitó por última vez en el año 2008.

El legado intelectual de la doctora Segal podría cifrarse en dos palabras que ella misma formuló: la creatividad y el delirio. Ambos son procesos mentales inevitables en la vida psíquica del ser humano, y es la tensión e interrelación entre ellos, de manera continuada, con el apoyo predominante de las tendencias de vida, lo que contribuye al crecimiento y el progreso de la mente.

*Antonio Pérez Sánchez, el autor, es Médico,psiquiatra y psicoanalista. Presidente de la Sociedad Española de Psicoanálisis (SEP)

 

ELLAS DEDICAN DOS HORAS MÁS QUE LOS HOMBRES A TAREAS DOMÉSTICAS

Eso es lo que muestra la encuesta de Empleo del Tiempo que hizo pública ayer el Instituto Nacional de Estadística

Miriam Sánchez / ABC

Parece que las tareas domésticas aún no son cosa de hombres, a juzgar por los datos de la encuesta de Empleo del Tiempo 2009-2010 que hizo pública ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE). El estudio muestra que las mujeres todavía dedican más tiempo que los hombres a las tareas del hogar, en concreto, dos horas y cuarto más al día.

Aunque la brecha se ha reducido respecto a los datos de 2003, fecha de las últimas estadísticas, la participación masculina en estas actividades es del 74,7 por ciento, mientras que la femenina alcanza el 91,9. Los varones han tardado siete años en reducir esta diferencia entre sexos en 41 minutos. Además, a pesar de que la presencia de las féminas en el trabajo remunerado ha aumentado tres puntos y la de los hombres ha disminuido cuatro, aún hay más de diez puntos de diferencia entre varones (38,7 %) y mujeres (28,2 %).

En cuanto al seguimiento de los medios de comunicación, la encuesta revela que el 93,5% de los ciudadanos invierte en ellos una media de casi cuatro horas diarias, un cuarto de hora más que en 2003.

Más tecnológicos

Según el INE, el 57,7% de los ciudadanos afirma participar en actividades de vida social y ocio, nueve puntos menos que en el último sondeo realizado. El tiempo destinado por persona a esta actividad se ha reducido 25 minutos. En cambio, el dedicado a la informática –redes sociales, búsqueda de información o juegos– aumenta, llegando al 29,7% de la población, frente al 18% de hace siete años. Se ha producido un curioso trasvase desde las actividades de vida social y diversión a las de aficiones e informática. Los habitantes de Galicia, Cataluña y Comunidad de Madrid, son los que disponen de menos tiempo libre –cuatro horas y media–, mientras que los de canarios, extremeños y riojanos gozan de más horas.

 

 

LAS ESPAÑOLAS, ENTRE LAS MÁS ESTRESADAS

Las más nerviosas viven, por este orden, en India, México, Rusia y Brasil. Ellas se enfrentan a muchas responsabilidades laborales, sociales y personales

Laura Tardón. El Mundo

España es uno de los países donde viven las mujeres más estresadas del mundo, concretamente el quinto, detrás de India, México, Rusia y Brasil. Así lo desvela el estudio 'Mujeres del mañana', realizado por la compañía Nielsen, dedicada a la investigación e información de mercados en el mundo.

Después de analizar a un total de 6.500 mujeres en 21 países (desarrollados y emergentes) entre febrero y abril de 2011, los expertos observaron que el 66% de las mujeres españolas reconocía sentirse estresada. En el caso de las hindúes, que son las que lideran esta clasificación, el porcentaje asciende al 87%. Además, el 82% de ellas aseguraba no tener tiempo para relajarse.

¿A qué puede deberse? Según la propia encuesta, tanto en los países más desfavorecidos como en los más ricos, las mujeres desempeñan varios papeles a la vez y esto es lo que contribuye a su estado de nervios. Tal y como señala el periódico digital 'The Economic Times', en India, las empresas están experimentando importantes avances mientras la sociedad se mantiene estática. Esto significa que, al final, ellas tienen que hacer malabares para cumplir en sus trabajos a la vez que cuidan su vida familiar, llena de acontecimientos, tradiciones y responsabilidades.

"Están empezando a afrontar una realidad como la que han vivido nuestras madres que, al incorporarse a la vida laboral, tenían que luchar contra muchas opiniones y escuchar frases como 'tienes que cuidar de tu marido'. Contaban con menos aceptación y menos ayuda", argumenta Julia Vidal, psicóloga y directora de Área Humana Psicología.

Esta situación aún no está totalmente normalizada en España, no ha pasado el tiempo suficiente. Y esta debe ser una de las razones por las que las españolas ocupan el quinto puesto en el 'ranking' del estrés. Como señala Vidal, "aún estamos asumiendo las nuevas circunstancias y el hombre todavía está empezando a asumir un papel más activo en la casa, con los niños, etc. Las mujeres tenemos una sobrecarga muy grande". Todavía estamos "en un proceso de ajuste social y de equiparación de cargas", añade la experta.

Hoy, la mujer española "tiene que demostrar que es buena madre, válida en el trabajo, buena esposa... Una 'superwoman'", explica la psicóloga. Y también tiene que tomar cañas con los compañeros, quedar con los amigos... La presión que pueden causar tantos 'compromisos' y responsabilidades y la sensación de que "no vamos a llegar a tiempo a todo" favorece el estrés y los nervios. "Hay que aprender a priorizar, a posponer cosas y dedicar tiempo a buscar soluciones para eliminar la sobrecarga y el estrés. A veces, es necesario pedir ayuda para aprender a regular las emociones", recomienda Vidal.

A su consulta acuden muchas mujeres con este tipo de problemas. "El perfil: 30 años, dos hijos, trabajan y tienen dificultades para comunicarse con el marido y hacer un reparto de tareas equitativo. A ella le parece que hace poco y él considera que hace demasiado".

Pero aparte del factor cultural y social, existen otros culpables del estrés. Desde el punto de vista biológico, "existen muchas hipótesis que explican que todas las mujeres tendemos a tener más dificultades a nivel emocional". Además, está el aprendizaje, es decir, "los niños toman como modelo a sus madres y aprenden a estresarse como ellas".

 

 

LOS JÓVENES Y SUS "GOLOSINAS DIGITALES"

 

 “Viven hiperconectados. Oyen la radio mientras estudian en un libro con la tele prendida, jugando a la play, hablando por el celular, chateando y comiendo pizza. Eligen el acceso hipertextual en lugar de la narrativa lineal. Funcionan mejor en red, aprecian la gratificación constante que los incita a desafíos crecientes”: son los “nativos digitales”, a los que el autor se dedica en este ensayo.

Juan Carlos Volnovich. PÁGINA 12

Es muy probable que el operativo de instalar en el imaginario social la figura de adolescentes aislados, semiautistas, encapsulados, no sea una acción tan neutra ni tan inocente como pudiera creerse. Esos jóvenes, “nuestros jóvenes”, esos a quienes les espera una temporalidad sin futuro y una desafiliación marcada por la exclusión del trabajo y la falta de inscripción en formas estables de sociabilidad, tienen muy mala prensa y son objeto de una verdadera campaña difamatoria por parte de los medios de comunicación de masas a la que contribuyen muchas veces los “expertos”, cuando registran como conductas desviantes lo que en realidad son producciones novedosas.

Tal vez es un exceso referirnos a quienes transitan la adolescencia como una totalidad; antes bien, deberíamos reconocer la existencia de múltiples universos simbólicos. Tal vez no podamos aludir a una adolescencia cuya ética y estética su-bordine a las demás, pero eso no tiene por qué autorizarnos a hacer caso omiso de una cultura dominante, aunque esa cultura sea la de la parcialidad y la fragmentación.

Porque el caso es que nos ha tocado vivir un período trascendente en la historia de la humanidad: las innovaciones tecnológicas están impactando en la familia, en el sistema educativo, en la vida misma, como nunca antes había sucedido. O, al menos, como desde la invención de la imprenta, desde Gutenberg, no había sucedido. Y la cuestión no se clausura ahí. Quiero decir: antes que asistir a la incorporación de novedades tecnológicas, estamos atravesando significativos cambios culturales. Hemos pasado de una cultura letrada –libro, papel y lápiz– a una cultura de la imagen que, a su vez, rápidamente, le dejó lugar a la cibercultura (Alejandro Piscitelli, Nativos digitales: dieta cognitiva, inteligencia colectiva y arquitectura de participación, ed. Aula XXI). Entonces, se trata de la cibercultura y de los sujetos que la protagonizan. Nosotros, los “inmigrantes digitales”, “expertos” en adolescentes, aún no hemos desarrollado los instrumentos teóricos ni las herramientas epistemológicas con las que podamos teorizar acerca de los procesos y las operaciones lógicas desplegadas por los “nativos digitales”.

Hoy en día, los adolescentes se definen más como usuarios y como autores que como aprendices. Se caracterizan por las operaciones que pueden llegar a hacer con el flujo de información que reciben, más bien que por el sentido que les encuentran a los textos que se les ofrecen. Transformados en autores, las pibas y los pibes no interpretan textos, no leen ni descifran, no incorporan algo que en el futuro puede llegar a servirles; sólo operan, generan estrategias operativas –muchas veces extremadamente barrocas y complejas– para que la marea de información se les vuelva habitable.

Con el éxito editorial de Harry Potter, ante la avalancha de bestsellers para niños, con la familiaridad del chat y de los mensajes de texto por los celulares, con la popularidad de Facebook o de Twitter, quienes pensaban que la lectoescritura estaba agotada y había cumplido su ciclo en la historia de la humanidad volvieron a respirar. Claro que el nuevo género literario de mensajes usados por los pibes rápidamente transformó los suspiros de alivio en gritos espantados ante la perversión de la lengua pero aun así, es inevitable aceptar que, al menos, leen y producen textos. Escriben y... leen. Pasan el día, y muchas veces las noches, leyendo y escribiendo.

Pero la lectura de los usuariosautores nada tiene que ver con la lectura de los alumnos. En los alumnos, la lectura tiene una ventaja jerárquica por sobre otros estímulos informacionales. En los alumnos la lectura deja marcas que perduran y que reaparecen, investidas, resignificadas o expulsadas a lo largo de la vida del sujeto. En cambio, para los usuarios, leer es una acción destinada a producir imágenes. Es apenas un medio para un fin, una más entre las múltiples operaciones de recepción del hipertexto que junto a las películas, los sitios de Internet, los afiches, los juegos de cartas, los disfraces, contribuyen a la producción de imágenes propias que son usadas para competir con la abrumación de imágenes aceleradas, estímulos publicitarios que los bombardean y amenazan saturarlos.

Así, las pibas y los pibes de la cibercultura transitan como esquiadores sobre el agua. Se desplazan a toda velocidad, intentando, con las imágenes propias que –no sólo pero también– les brinda la lectura, reducir la aceleración. Si se detienen, colapsan agobiados: el aburrimiento se apodera de ellos.

Porque los “nativos digitales” aman la velocidad cuando de lidiar con la información se trata. Les encanta hacer varias cosas al mismo tiempo, casi todos ellos son multitasking y en muchos casos multimedia. Viven hiperconectados. Pueden oír la radio al tiempo que estudian en un libro la lección de historia con la tele prendida, jugando a la play, hablando por el celular, chateando con medio mundo y comiendo pizza. Prefieren el universo gráfico al textual. Eligen el acceso aleatorio e hipertextual en lugar de la narrativa lineal. Funcionan mejor cuando operan en red, y lo que más aprecian es la gratificación constante y las recompensas permanentes que, por lo general, los incitan a desafíos de creciente complejidad.

Pero, por sobre todo, prefieren jugar antes que estudiar. Su alimento verdadero son las golosinas digitales y no los alimentos convencionales. Pueden hackear la computadora más sofisticada por la noche y, por la mañana, reprobar el examen más sencillo de matemáticas.

En un estudio riguroso, Kurt Squire y Henry Jenkins (Harnessing the power of games in education, en http://website.education.wisc.edu/kdsquire/manuscripts/insight.pdf 04/07/011) encuestaron a 650 alumnos del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) y encontraron que el 88 por ciento de ellos habían jugado a los videogames antes de los 10 años, y más de 75 por ciento lo seguía haciendo. Entre no-sotros, el campeón nacional de Counter Strike –hasta hace poco uno de los juegos más populares– es uno de los mejores alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires. Estos datos contradicen las tesis vulgares que buscan una incompatibilidad entre el desarrollo de la inteligencia, la incorporación de conocimientos y los videojuegos.

La cuestión de los videojuegos tiene poco que ver con discusiones acerca de la corrupción cultural o de la adicción electrónica; más bien concierne a un profundo cuestionamiento político de la concepción tradicional y actual de qué es aprender y de cómo se aprende, y de qué tipo de ciudadano formar, para qué tipo de mundo.

Entonces, la elección es clara: o los “inmigrantes digitales” nos decidimos a despojarnos de nuestros prejuicios o los “nativos digitales” nos dejarán a nosotros conectados en soledad. Porque lo que aquí está en juego es un cambio cultural. Ya no se trata de reformatear viejos hábitos de pensamiento y contenidos actualizándolos, traduciéndolos al código de las imágenes y del lenguaje multimedia, sino de algo más complejo y sutil: reconocer que forma y contenido están inextricablemente unidos y que, si bien el buen sentido y los talentos tradicionales no están en cuestión, lo que sí está en cuestión es que las operaciones lógicas no pueden plantearse en contraposición a la aceleración, al paralelismo, a la aleatoriedad y a la atribución diversificada del sentido.

El problema, entonces, no es la “soledad”. El problema reside en el Otro. Más aún: el problema reside en que la nuestra tiende a ser una cultura sin Otro. Al menos, sin un Otro simbólico ante quien el sujeto pueda dirigir una demanda, hacer una pregunta o presentar una queja. La nuestra tiende a ser una cultura colmada por Otros vacíos (DanyRobert Dufour, El arte de reducir cabezas. Sobre la servidumbre del hombre liberado en la era del capitalismo global, ed. Paidós, 2007). No hay un Otro en la cultura actual y todavía está por verse si el Mercado reúne las condiciones de dios único, capaz de postularse para ocupar el lugar vacante que el Otro tuvo en la modernidad. Más bien parecería que los nuevos tipos de dominación remiten a una “tiranía sin tirano” (Hannah Arendt, Du mensonge a la violence, ed. Calman Levy, París, 1972) donde triunfa el levantamiento de las prohibiciones para dar paso a la pura impetuosidad de los apetitos. El capitalismo ha descubierto –y está imponiendo– una manera barata y eficaz de asegurar su expansión. Ya no intenta controlar, someter, sujetar, reprimir, amenazar a los adolescentes para que obedezcan a las instituciones dominantes. Ahora simplemente destruye, disuelve las instituciones de modo tal que las pibas y los pibes quedan sueltos, caen blandos, precarios, móviles, livianos, bien dispuestos para ser arrastrados por la catarata del Mercado, por los flujos comerciales; listos para circular a toda prisa, para ser consumidos a toda prisa y, más aún, para ser descartados de prisa (Paul Virilio, La inseguridad del territorio, ed. Asunto Impreso, Buenos Aires, 2000). La cultura actual produce sujetos flotantes, libres de toda atadura simbólica: “colgados”.

Si la nuestra tiende a ser una cultura colmada por Otros vacíos, no es difícil aceptar que hay varias adolescencias, que no existe una adolescencia –o, al menos, que no existe una adolescencia hegemónica– y que todo se reduce a la singularidad de cada una y cada uno de los adolescentes.

Ocurre, sin embargo, que el vértigo, la velocidad con la que se instaló la cibercultura produjo cambios significativos en las subjetividades de lo que hasta ahora habíamos conocido como cultura “textual” o cultura “letrada”, y esos cambios no han sido acompañados con la misma agilidad por desarrollos ni de la pedagogía ni del psicoanálisis.

Se impone, entonces, una nueva manera de posicionarnos frente a quienes vienen a confrontarnos con nuestros fracasos y con el fracaso de una cultura que de la ciencia hizo virtud y, del progreso, gloria. Ellos son los “nativos digitales”. Aquellos a quienes Alessandro Baricco llamó los “bárbaros” (Los bárbaros. Ensayos sobre la mutación, ed. Anagrama, Barcelona, 2006). Esos “nativos digitales”, esas pibas y esos pibes, desconfían de la información que queremos transmitirles; si son poco receptivos es porque sospechan que el saber, el sistema axiomático que les ofrecemos, no es ajeno a la catástrofe que les toca vivir.

Y lo que no les perdonamos es que, con su irreverencia, nos hagan saber que nuestra gloria de burgueses cultos y civilizados generó, permitió –o, al menos, no logró impedir– las peores calamidades que sufrió la humanidad (desde Auschwitz a Hiroshima; desde la ESMA al consenso que toleró la instalación del neoliberalismo entre nosotros, por mencionar sólo algunos); gloria de burgueses que produjo una generación sufrida, castigada y maltratada, a la que sólo le queda refugiarse allí: en la oscuridad de un ciber, en la precariedad de un estigma –un tatuaje, un piercing, una cicatriz–, precariedad de un estigma elevado a emblema.

Así, en contraste con los jóvenes de generaciones anteriores, la actual es la primera generación que, para lograr su independencia, cuenta con la dependencia de las nuevas tecnologías. El holandés Jeroen Boschma (Generación Einstein, ed. Melusina) e Inez Groen han propuesto la categoría de “generación Einstein” para aludir a quienes nacieron a partir de 1988. Estos autores esgrimen sobrados argumentos para fundamentar el respeto y la admiración que les despiertan los jóvenes contemporáneos: pibes que conocen como nadie las reglas del marketing, que leen la prensa como periodistas, que miran películas como semiólogos, que analizan anuncios como verdaderos publicistas, que siguen sin dificultad alguna la complejidad de Doctor House y de Lost. Son jóvenes que se despliegan en un universo simbólico donde sus padres y los adultos que los rodean –“inmigrantes digitales”– no entran más que para balbucear torpemente. Más rápidos, más inteligentes, más sociables, se mueven como pez en el agua en el ciberespacio sin pedir permiso a los mayores.

* Psicoanalista. Fragmento del artículo “Conectados ¿en soledad?”, que se publica en estos días en la revista Imago-Agenda.

 

 

DOLORES FÍSICOS, CAMBIOS PSÍQUICOS Y DE CONDUCTA, EL 73% DE LAS MUJERES PADECEN SÍNDROME PREMENSTRUAL

El 75% de las mujeres con dolores fuertes no consulta a su médico y lo considera normal

4.07.11 | 19:25 h.  INFORMATIVOS TELECINCO/ AGENCIAS

El síndrome Premenstrual (SPM) es un trastorno del ciclo menstrual de la mujer constituido por una serie de síntomas físicos, psicológicos y de conducta que afecta "en mayor o menor medida" al 73,6 por ciento de las mujeres, según los resultados del primer registro de prevalencia realizado en España.

Como aseguran los autores de dicho estudio, el equipo Daphne, formado por un grupo de expertos en Ginecología, de esta afección existen referencias desde hace más de 2.500 años pero, pese a ello, no existe una definición universalmente aceptada sobre esta problemática ni se conoce el alcance de sus síntomas.

Desde el punto de vista científico, la clasificación internacional de enfermedades lo incluye en la categoría de afecciones ginecológicas en su forma leve y, en su forma más severa, denominada Síndrome Disfórico Premenstrual (SDPM), dentro de las enfermedades psicológicas, pero no existen criterios diagnósticos globalmente aceptados y en general la descripción de los síntomas es poco específica.

Frente a esta situación, el equipo Daphne se planteó la realización del primer estudio para conocer el impacto real de este síndrome utilizando como base los criterios de medición de Steiner (Premenstrual symptoms screening tool - PSST) y dando lugar al primer registro significativo y estadísticamente representativo de la población española.

La muestra, recoge los datos de 2.108 mujeres en edad fértil y los resultados han sido publicados en la prestigiosa revista científica '
The European Journal of Obstetrics and Ginecology'.

Según este estudio, la sintomatología asociada afecta en mayor o menor medida al 73,72 por ciento de las mujeres y, de éstas, el 9 por ciento sufren lo que se denomina SPM moderado o severo, por su significativo impacto en la vida cotidiana de la mujer.

El 1,5 por ciento de estas mujeres reunieron además criterios para ser catalogadas dentro del Síndrome Disfórico Premenstrual (PMDD), que es el que tiene un mayor impacto en la salud y la calidad de vida de la mujer.

En ambos casos, la sintomatología tiene una duración media de unos tres días al mes y las encuestadas reconocen que afecta a sus relaciones familiares en el 7,1 por ciento de los casos, a su vida social en el 5,6 por ciento y conlleva una pérdida de interés en el trabajo en el 6 por ciento de los casos.

UNOS 80 SÍNTOMAS DIFERENTES

De los cerca de 80 síntomas (40 físicos y 40 psicológicos) descritos en el SPM, los más frecuentes recogidos en el estudio fueron los síntomas físicos (81,6%): mamarios, musculares, cefaleas, aumento de peso y retención hídrica.

A estos le siguen la irritabilidad (58%), falta de energía (53%), ganas de llorar (48,7%) y ansiedad (40,5%). La autoevaluación de la severidad de cada uno de los síntomas fue de leve a moderada en más del 80 por ciento de las mujeres, y severos en el 10 por ciento de los casos.

A pesar de este impacto en la vida social y personal de la mujer, por lo general esta sintomatología se asume como normal. De hecho, incluso en las formas más severas de la patología hasta un 75 por ciento de las mujeres no consultan a su médico porque consideran que es normal, íntimo o por no haber pensado que pudiera tener solución.

De las que acuden, según la encuesta, los tratamientos más utilizados para aliviar esta sintomatología son los anticonceptivos hormonales en el 57 por ciento de los casos, seguidos de analgésicos en un 53,3 por ciento y remedios caseros o naturales en el 4,1 por ciento de los casos.

 

¿Cuándo Acudir a Fundación Anna O?

Fundación Anna O. está especializada la salud emocional de la mujer, esta puede verse afectada por múltiples factores, muchos de ellos difícilmente perceptibles por quien los sufre. Algunos de los casos que solemos tratrar son: Maltrato físico y psíquico,  separación, depresiones, angustias, fobias, ataques de pánico, dificultades en la sexualidad, embarazos indeseados, dificultades en el aprendizaje, intentos de suicidio, anorexia, bulimia, conflictos familiares o abusos sexuales, violación y todo aquello que derive en un sufrimiento intolerable.

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