La presentación hecha por las cuatro ponentes del personaje elegido para inaugurar el Ciclo de Mujeres Célebres de este año, fue impecable. Las cuatro ponentes y el técnico de imagen y sonido con el trabajo audio visual de la artista en su larga vida de cien años. Trabajo de recopilación, estudio y selección, profundo y atinado lo que nos permitió saber de su vida, de su obra y de las muchas dificultades con las que se encontró en su recorrido, desde el mismo momento de su nacimiento. La presentadora nos recordó y actualizó el sentido de esta propuesta: no podríamos hablar de cultura sin lo que hicieron las mujeres, muy en particular ciertas mujeres y a las que nosotras les llamamos célebres.

Terminada la exposición, se pasó la palabra a los asistentes, ciertamente numeroso que asistieron a la conferencia, con ánimo de intercambiar impresiones, opiniones, puntos de vista tanto de la vida como de la obra de la artista. Sorprendentemente, porque no había ocurrido antes, en otras presentaciones, nadie prestó su palabra para poder iniciar una comunicación entre conferenciantes y oyentes. La mesa ponente, ante el sostenido silencio de la audiencia, comenzó a interactuar entre ellas, lo que dio lugar a nuevas consideraciones sobre el tema expuesto. Finalmente, se agradeció al público su presencia y se dio por terminado el acto.

Yo tampoco tuve nada que decir, ni se me ocurrió algo que preguntar, de hecho, me lo hicieron ver, una vez terminada la velada. ¿Qué pasó, qué me pasó?, qué le pasó a la gente con esta relevante figura de la cultura del siglo pasado, desde lo que allí se expuso, que no fue poco, ni simple?

Yo no sabía nada de esta mujer y tampoco acudí a las reuniones previas en donde se preparan estas conferencia a tres o cuatro bandas, y en donde cada uno da su opinión, señala aspectos supuestamente de mayor interés, recomienda lecturas, exposiciones, música del entorno que rodeo al personaje en los diferentes momentos de su vida. El día de la conferencia, yo seguía sin saber nada de ella. Sí, tenía curiosidad por saber quién era y qué rasgos la convertían en célebre.

Terminada la conferencia, sabía ya de su vida y de su obra, larga y fecunda vida y obra. Mujer de múltiples facetas, con una personalidad fascinante, arrolladora, compleja, solitaria, misteriosa, según algunos irónicamente burlona, irreverente, vulnerable, quizás difícil y hostil, pero balanceada (¿?), y sobre todo y a pesar de todo: impecable y brutalmente honesta.
Esculpía, moldeaba, fusionaba materiales, pintaba, dibujaba, grababa, diseñaba interiores y exteriores también, cosía, tejía, reparaba textiles, hilaba, ingeniaba, transformaba.
Se resistía a mimetizarse con cualquier movimiento, y mucho menos, que la academia y los colectivos políticos se apropiaran de su estilo en favor de una causa.
Con desparpajo decía, “soy una mujer y por tanto no necesito ser feminista”. Todo esto y más, mucho más escuché y supe desde este triángulo expositivo que fue la conferencia.
Pero no se me ocurría nada que decir. Permanecí en silencio, como el resto de la sala.

Su obra no me gustó nada, no me produjo placer alguno, no tuve interés en tener ninguna de sus creaciones. Sentí incomodidad. O sea, no me gustó su obra y quedé desasosegado. Pero hubo una cosa que sí me gustó: siendo artista de renombre internacional, no perteneció a ningún grupo-tendencia ni filia que pudiese definir su arte y su persona, llámese cubismo, surrealismo, hiperrealismo, loca, excéntrica o iluminada, ni nada, no quería verse encasillada. Quería ser libre y no estar atada a nada ni a nadie, ni responder a ninguna etiqueta.

¿Por qué me detuve en este rasgo de los encasillamientos, etiquetas y filias, habiendo otros rasgos de indudable valía? Será que como a mí me pasó algo así desde muy pronto y me pasa hoy después de tantos años…… Cuando me preguntan a que escuela pertenezco (muy pertinente cuando se trata de psicoanalistas), me veo en una situación muy apurada, no sé qué responder, no tengo un grupo de procedencia, no pertenezco a ninguna institución psicoanalítica, sin dejar por ello, de reconocerme psicoanalista en todo momento. Atino malamente, balbuceo que a la escuela argentina (¿?), algo así, que es como decir nada, a ninguna. Volvamos a Bourgeoise, ¿y su vida,,… ?

Su vida fue otra cosa, una vida difícil desde el mismo momento de nacer, con los avatares de quien con pocos años vive una guerra sin precedentes y en la que su padre, como ocurrió entonces a una inmensa mayoría de hombres, tuvo que alistarse para ir al frente. La guerra y sus consecuencias a todos los niveles, sociales, familiares, económicos, pérdidas de seres y territorios queridos y múltiples desplazamientos. Sin duda un cúmulo de dificultades.

Ella resaltaba en sus diarios íntimos, estos obstáculos que le impedían hacer o tener una vida mejor. Obstáculos en la esfera familiar, con un padre infiel, hermanos con suerte diversa, madre fundamental , relaciones fecundas también y otras no tanto. Vivió 100 años, lúcida hasta el final y sin parar de realizar lo que quiso: una obra escultórica, rica, diversa, con distintos materiales y a medida que fue cumpliendo años, con el reconocimiento del mundo de la cultura y de coleccionistas que valoraban su obra y la querían para museos y para su propiedad privada. Sus obras están en los mejores museos del mundo y ella ha tenido el reconocimiento de personas entendidas y de instituciones muy importantes, como digo en párrafo anterior.

Su imagen visual y su expresión realizadora, es sólida hasta sus últimos días. Habiendo tenido una vida tan penosa en su casa (siniestra..?), ¿cómo es que esta mujer pudo hacer tanto, tan importante y durante tantísimos años?

Estas consideraciones las fui haciendo esta madrugada, horas después de la conferencia, en un duerme vela en el que el inconsciente campa a sus anchas y me ilumina aquello en lo que estoy obtuso, sin saber qué me pasa, qué pienso y qué siento. Me fui conectando con la vida de esta célebre artista y mujer. Una vida con dificultades. Y, ¿qué es vivir?

Desde el mismo momento en que el feto asoma su cabecita por la entrepierna de su mamá, las dificultades no paran hasta el día del “ya está”, la muerte, la calma total. La angustia se instala en el ser, que hasta ese instante no necesitaba nada y que desde ese momento tiene que luchar, hacer cosas para vivir y para alcanzar todo aquello que se proponga y le interese, incluso para satisfacer sus necesidades. “En qué manos habré caído”, puede pensar el recién nacido, “¿me sostendrán”, “me darán la seguridad indispensable para sobrevivir y valerme por mí misma?”.

Este era el tema, pero nos quedamos fascinados, hipnotizados con lo que fue capaz de hacer esta mujer, con sus realizaciones, con tantos problemas en su vida, viviendo en distintos lugares y además, 100 años. Nos quedamos fascinados con la genética, solo así se explica que haya llegado hasta donde llegó, diría la ciencia. ¿Y el psicoanálisis, no tenía, no tiene nada que decir?

Esta sólida mujer, con una sólida familia en su haber, con un padre al que necesito matar para luego poder reconstruir y pese a las muchas dificultades con que tropezó, nos sedujo y nos dejó sin respuesta, sin dejarnos comprender, que las dificultades existen porque estamos vivos, esta es la cuestión. Ella las enfrentó y las afrontó, por eso vivió y creo durante 100 años. Y nos quedamos todos, en silencio.

“Louise Bourgeoise. Mi vida es mi obra” Francisca Moreno
“De la sublimación en el arte. Del padre a la mujer” Ana Cristina Carlós
“El Arte es garantía de cordura: Louise Bourgeois, memorias traumáticas y su poder resiliente” Marisú Campo-Redondo

Patricio Olivera Palacios
Málaga 21/3/15.