Entrevista con la Fundadora

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Entrevista realizada en mayo de 2010 con motivo del Día Internacional de la Mujer

Carmen Ruiz del Castillo, psicóloga y psicoanalista, es una mujer decidida y con gran convicción de saber lo que está haciendo. Con el respeto que le inspiran las mujeres, ha sabido darles un espacio donde poder hablar de la violencia y el sufrimiento a través de la palabra y, de ese modo, poder expresar sus conflictos y cambiar su posición subjetiva.

¿Cuándo se creó el Centro ANNA O.?

El Centro ANNA O. se creó en 2007, con la inauguración del nuevo edificio que la Fundación rehabilitó para llevar a cabo el Programa de Asistencia Integral a Mujeres en Crisis o Dificultad Social. Este Programa, objeto de la Fundación, nació en 1992. Pudo comenzar su andadura un año más tarde, gracias al apoyo económico que recibió del Ministerio de Asuntos Sociales cuando era ministra Dª Matilde Fernández y al auspicio del Instituto Andaluz de la Mujer, cuando era directora Dª Carmen Olmedo Checa.

Tengo que aclarar que al principio, el Centro ANNA O. se llamó Centro de Ayuda a la Mujer y la entidad que lo gestionaba era la Asociación de Mujeres para la Salud Anna O. Con el tiempo la Asociación desapareció y surgió en su lugar, en el año 1998, la Fundación ANNA O. que como ves, lo más insigne, lo más particular, es decir, el nombre ha quedado conservado.

¿De dónde surgió la idea?

De varias fuentes. Por un lado, de escuchar a las mujeres que acudían a mi consulta para hablar del sufrimiento guardado por años, también de las mujeres a las que ayudaba durante mi etapa de voluntaria. Estas personas silenciaban escenas terribles desde la infancia, que no podían compartir con nadie por temor a la censura y a la pérdida del amor de sus padres. Por otro lado, de observar la dirección perversa que toma la sociedad, en la que cada vez, hay más permisividad, más violencia y más pérdida de valores necesarios para la humanización de las personas.

La violencia que soporta la mujer en la actualidad es socialmente muy alarmante, pero también peligrosa para la salud de la familia y la sociedad. Hemos de tener en cuenta que la salud psíquica de la mujer es esencial en la constitución del ser para humanizarse; en primer lugar por el papel que desarrolla como madre en el vínculo primario en la relación directa con sus hijos, y en segundo lugar porque, para que todo vaya bien, debe facilitar al hombre el cumplimiento de su función paterna. Es precisamente, el buen funcionamiento de esta estructura triangular, lo que permitirá que el ser humano se socialice y devenga humano. Si la mujer-madre, por cualquier circunstancia, obstaculizara el cumplimiento de esta función, el ser humano, hombre o mujer, conservaría su fuerza pulsional en estado primitivo, y devendría enfermo psíquicamente. En la actualidad, se observa mucha enfermedad psíquica, incluso en aquellos y aquellas, que aparentemente se presentan como normales.


¿Por qué ANNA O.?

Porque básicamente soy una obrera del psicoanálisis, y Anna o., responde al nombre del primer caso clínico en la historia del mismo. Anna O. es un pseudónimo que oculta el verdadero nombre de la paciente Berta Papenheim. Fue una mujer muy singular, con mucho talento, que inauguró toda una serie de casos de otras mujeres con las que Freud construyó posteriormente, su teoría del inconsciente. Esta mujer valerosa, joven e inteligente, que enfermó gravemente a la muerte de su padre cuando ella contaba 22 años, trabajó muy duro y durante toda su vida por la causa de la mujer. Nacida en Viena en 1859, entra en la vida pública asumiendo la dirección de un orfanato en 1895, luego funda una asociación de mujeres y crea en 1907, un hogar para muchachas en peligro social y para la rehabilitación de madres solteras. Fue la primera asistente social en Alemania, lugar en el que precisamente, nació su madre.

Lo que combate en esencia esta admirable mujer es, la explotación de la mujer por el hombre motivo que aún, sigue teniendo vigencia en muchas partes del planeta, incluida la ciudad en la que vivimos. Creo que este breve semblante de Anna O. puede dar cuenta del porqué del nombre y creo que también responde a tu pregunta.

¿Cómo se creó el Centro de Ayuda ANNA O?

Cuando en 1992 estudiamos la problemática de la mujer, nos encontramos en ese momento, con un vacío asistencial en lo referente a su salud mental, y como la solución a sus dificultades de vida, seguía siendo la tradicional del medicamento -que crea adicción y no cura, eso dicen ellas- se diseñó un Programa de Salud Alternativo, que es el que está funcionando actualmente en ANNA O. Este Programa tiene como finalidad, que la mujer a través de lo simbólico, vía de la palabra, llegue a expresar sus conflictos, sus dificultades y, pueda cambiar su posición subjetiva logrando su curación.


¿Qué te movió a llevar a cabo este Proyecto?

Fue sobre todo mi deseo de saber, de investigar, pero más aún el deseo de poner al servicio de la causa de la mujer, todo aquello para lo que me preparé profesionalmente.


¿Qué dificultades encontraste?

Lo más difícil fue diseñar la articulación de las tres fases del Programa, porque quería que fuese un Programa Solidario entre las mujeres. Deseaba que se desarrollara el sentimiento de solidaridad en el proceso de la curación y que éstas mujeres intervinieran activamente ayudando a otras que lo necesitaran -al igual que ellas lo necesitaron una vez y recibieron ayuda-. Cuando una mujer se posiciona en el síntoma, encarnando la enfermedad, el sentimiento solidario está ausente.


¿Qué tipo de ayuda recibiste?

Por parte de las Instituciones mucha, tanto económica como de colaboración de otra índole. Recibimos desde el inicio una subvención con cargo al IRPF del Ministerio de Asuntos Sociales vital para comenzar nuestra andadura. También, recibimos el apoyo activo del Instituto Andaluz de la Mujer en materia de asesoramiento, derivación de mujeres a nuestro programa, y posteriormente, informes favorables del trabajo que desempeñamos para la comunidad. Sin estas ayudas institucionales, tan necesarias, habría sido muy difícil haber desarrollado un Programa tan amplio como el nuestro. De hecho, ya llevamos dieciséis años trabajando en Málaga, acogiendo a mujeres de distintas nacionalidades y diferentes problemáticas. Nuestro Programa comenzó siendo pionero en España y creemos que en Europa no se ha llevado a cabo una experiencia igual a la nuestra.

De los profesionales de la salud, recibimos cada día, el reconocimiento a nuestra labor. De las mujeres, su agradecimiento. Actualmente, las ayudas se han diversificado y aunque conservamos las oficiales, también entidades particulares como la Obra Social de Caja Madrid, que han mostrado gran sensibilidad con nuestro trabajo, nos dotan de subvenciones bianuales muy importantes. Luego empresas y donantes particulares permiten que cada año podamos seguir sosteniendo el tratamiento de casi 300 mujeres junto a otros servicios y actividades, que también se desarrollan en nuestro Centro.

¿En qué tipo de mujer pensaste para hacer el Proyecto?

En todas las que sufren, pero especialmente en aquellas que padecen la violencia y no han conocido más cosa que la violencia, venga de donde venga y sea de la forma que sea.

¿En qué consiste la curación?

En la transformación de su dolencia en producción creadora, beneficiosa para la propia mujer, su familia y la sociedad.

¿Cuál es tu experiencia en el tiempo que lleva funcionando este Centro de Ayuda?

Mi experiencia profesional y humana ha sido muy rica y sorprendente, no dejo de aprender cada día. El equipo de trabajo es humanamente excepcional, bién preparado profesionalmente y comprometido con la causa de la mujer. Además contamos con un voluntariado especializado, que ha sido formado en el Programa y que está muy concienciado en la tarea de ayudar solidariamente a otras mujeres. Ver cómo las mujeres llegan al Programa en situaciones penosas; cómo se esfuerzan en lograr su cambio personal aceptando sus límites y los que impone la propia vida, logrando un bienestar para ellas y su entorno, es un proceso muy gratificante que no tiene precio.

¿Actualmente, con qué equipo de trabajo, voluntariado, socios y colaboradores cuenta la Fundación ANNA O.?

El equipo de trabajo de integración social está formado por 35 personas entre profesionales y voluntariado especializado. Este voluntariado es el más cualificado y requiere una formación específica de mucho tiempo. Por cierto que en breve, esperamos iniciar otro curso de formación constituido por 15 nuevas voluntarias. Existe otro tipo de voluntariado cuya colaboración es muy apreciada por nuestra Organización. Se trata del voluntariado que se incluye dentro del equipo responsable de conseguir financiación necesaria para llevar a cabo la ayuda prestada a tantas personas, algunas de ellas, en situaciones muy graves. A tal fin, la Fundación cuenta con una tienda benéfica de objetos de segunda mano que son donados tanto por personas físicas como por entidades comerciales que colaboran con nuestros objetivos.

Otra fuente de financiación importantísima son las donaciones aportadas por las mujeres que pasaron por nuestro Programa como forma de agradecer la ayuda que recibieron y que ahora, con su solidaridad, pueden prestar a otras compañeras. Pero quizás la modalidad más particular de nuestra organización sea la del padrinazgo, en la que donantes a título particular o empresarial, becan el tratamiento de una mujer por un tiempo más o menos prolongado. Este sistema es muy importante porque pueden ayudar a salvar la vida de una mujer que potencialmente, se encuentra en peligro.

¿Cuál es el perfil de la mujer que acude al Centro?

Nuestro Programa tiene un abanico muy amplio de edad. Aceptamos mujeres desde los catorce años hasta los sesenta, pero el trabajo terapéutico en profundidad obtiene mejores resultados con mujeres por debajo de los cuarenta años y son más rápidos con las jóvenes. De cualquier forma, los resultados que se obtengan son muy subjetivos porque también depende de la gravedad del caso y de la capacidad de análisis y de reflexión de la mujer en particular.

En cuanto al status socioeconómico, laboral y de estudios de las mujeres que frecuentan nuestro Programa, ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Al principio eran amas de casa y con estudios elementales las que acudían pero actualmente, son más las mujeres profesionales, trabajadoras y con estudios medios o universitarios quienes vienen a plantear sus problemas.

¿Qué tipo de problemas plantean las mujeres?

Los surgidos en sus vínculos y experiencias de vida. Pueden plantear desde una separación reciente hasta la violencia familiar pasando por una depresión con intento o no de suicidio, dolor a causa de una fibromialgia, una anorexia o el abandono traumático a que fue sometida desde muy pequeña.

¿Cómo viene la mujer cuando llega pidiendo ayuda?

La mayoría al límite. Han dejado pasar demasiado tiempo, y se han "acostumbrado" a sufrir. Nuestro trabajo consiste muchas veces en limitar el goce del sufrimiento. Aunque suene paradójico existe un goce en el sufrimiento muy dañino, que es el responsable de que los sujetos queden pegados a una manera determinada de sufrir. Algunas vienen muy graves, con varios intentos fallidos de suicido y nos buscan como último recurso a su desesperación. Otras tienen mejor pronóstico, son las que abordan el problema a tiempo. Otras vienen para prevenir males mayores. Con éstas últimas obtenemos resultados más rápidos y duraderos.

Tengo que señalar, ya que es muy importante, que el hecho de que una mujer logre mayor salud mental para sí, también produce efectos de salud en otros miembros de su familia, al punto de que una madre que ha logrado resolver sus conflictos personales, produce efectos de curación en las hijas con las que tenían el conflicto. Esto es debido a la relación de intensa influencia en la que, sin saberlo, vivían las dos.

¿Cuál es tu opinión de la mujer de Málaga?

Que está despertando. Hay una inquietud muy grande por saber de sí misma y de lo que pasa en su interior. Se pregunta por la causa y su responsabilidad en los vínculos que genera, en las consecuencias de esos vínculos y en los efectos que produce en los demás. Lo primero que aprende una mujer en nuestro Programa es que, en las relaciones humanas nada sucede por casualidad, que si algo se produce es porque ella también participó en el acontecimiento. Es una posición distinta a la de absoluta inocencia. Y es justamente, desde el reconocimiento de su propia participación inconsciente, que comienza a comprender el qué, el cómo, el porqué y el para qué; para qué fabrica y después perpetúa aquello de lo que se queja, y luego dice, que le molesta.

De cualquier forma, se respira una inquietud general en todas las mujeres, y no sólo en Málaga. Es una fuerza invisible, que a penas se nota, pero que está haciendo que las mujeres se muevan. Eso producirá un cambio social profundo.

¿Qué les diría a las mujeres que no se atreven a pedir ayuda?

Que lo hagan. Que los beneficios de un trabajo serio en sí mismas alcanzan gran amplitud, que no deberían dejar pasar la oportunidad de vivir mejor, en reconciliación con el mundo y con sus seres queridos y con los no tan queridos, incluso con la propia existencia que les ha tocado soportar. Ver las cosas desde esa óptica apacigua la angustia insoportable de vivir.

¿Cómo se puede colaborar con la Fundación?

De todas las maneras que hemos descrito a lo largo de la entrevista. Quizás la forma más gratificante de hacerlo, aunque todas lo son, sea la del padrinazgo. Ayudar a la curación de una vida llena de desgarros, aliviar una existencia atormentada, salvar de la desesperación a una joven, que no puede vivir en sociedad, no es solo participar solidariamente de un proyecto, es ayudar con una sola acción, a muchas personas a la vez, porque en esa acción también se ayuda a unos padres doloridos, desorientados o igualmente desesperados, que no entienden a sus hijos o que no pueden comprender porqué un cuerpo joven y lleno de vida ya no quiere seguir viviendo.

Este sufrimiento incomprensible también lo vemos padecer en hijas, que a tiernas edades, han visto y siguen viendo a sus madres pasivas, sin vida propia, encerradas en la cronicidad de una enfermedad imaginaria, y que han quedado marcadas para siempre, con la carga culpable de no haber podido, en el pasado ni en el presente, hacer nada por sus madres. El sufrimiento humano puede manifestarse de múltiples maneras. Ayudar a aliviarlo es un gesto de generosidad, pero también una acción de humanidad. Entre todos y todas podemos hacer que un poco sea mucho para alguien.